Colaborador Invitado

Abasto de medicamentos: El desafío persistente del segundo piso de la 4T

La promesa de un modelo más eficiente, transparente y mejor planificado ha captado la atención de expertos y de la ciudadanía.

La compra y distribución de medicamentos en México, el talón de Aquiles del sistema de salud durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador enfrenta ahora el reto de transformarse bajo el mandato de la Dra. Claudia Sheinbaum. La promesa de un modelo más eficiente, transparente y mejor planificado ha captado la atención de expertos y de la ciudadanía. Pero ¿qué tan nuevo es este modelo y qué riesgos conlleva?

Durante el sexenio de AMLO, se implementaron múltiples modelos de compra consolidada. La Secretaría de Hacienda desplazó al IMSS responsable histórico de estas compras para ceder la tarea a la UNOPS, el INSABI y, finalmente a Birmex en 2023. La intención era reducir la corrupción y optimizar el gasto en salud, pero el resultado no fue el mejor. Mientras las instituciones oficiales reportaban niveles de abasto de más del 90%, organizaciones civiles estimaban más de 82.5 millones de recetas no surtidas entre 2018 y 2023.

Ahora, el subsecretario Eduardo Clark García Dobarganes ha presentado un “nuevo modelo” basado en tecnología digital y una mejor coordinación sectorial. La propuesta incluye trazabilidad y un control más riguroso, eliminando intermediarios. Según la narrativa oficial, estos intermediarios encarecían y entorpecían el abasto.

Algo que mencionó el subsecretario en la presentación de este “nuevo modelo” y que no es cosa menor fue que “la Secretaría de Salud, como cabeza de sector, como rectora del sector salud, estará encargada del diagnóstico, de la planeación, de la coordinación y supervisión de todo el proceso”. Con esto, la Secretaría a cargo del Dr. David Kershenobich da los primeros signos de recuperación de la rectoría que de facto había asumido otra institución del subsistema nacional de salud.

Una de las novedades es la validación de las necesidades por parte de la Secretaría de Salud. Esto implica que las instituciones de salud, como el IMSS, ISSSTE y el IMSS Bienestar, deberán someter sus demandas a la revisión y aprobación de la Secretaría, que evaluará cada petición en términos de relevancia terapéutica, cantidad y costo. ¿Estamos ante un avance o un nuevo riesgo? La validación centralizada podría optimizar recursos, pero también limitar el abasto si se ajusta sólo al presupuesto, dejando a las instituciones sin insumos suficientes y, por ende, comprometiendo la salud de la población.

Las compras bianuales tienen el potencial de ofrecer mejores precios y certidumbre a los proveedores, pero también deben permitir ajustes rápidos en caso de fluctuaciones epidemiológicas o crisis inesperadas. En este sentido, la creación de una plataforma digital abierta al público es un avance, siempre y cuando no se convierta en un mero escaparate sin impacto real.

Aun así, la industria farmacéutica ha levantado la voz. Los representantes del sector, Juan de Villafranca, presidente ejecutivo de la AMELAF; Rafael Gual, director de la CANIFARMA y Larry Rubin, director ejecutivo de la AMIIF han advertido que los tiempos de licitación para el periodo 2025 están retrasados, lo que podría resultar en un nuevo episodio de desabasto.

De acuerdo con la industria farmacéutica y los expertos en logística de medicamentos, se recomienda que las licitaciones y los procesos de compra se inicien con al menos seis a doce meses de anticipación, mientras que el calendario propuesto por el subsecretario indica que los contratos estarían listos para diciembre y las entregas para el 1° de marzo de 2025.

Evitar considerar los tiempos de la industria farmacéutica podría dificultar el suministro oportuno de medicamentos, generando un desabasto en las instituciones de salud. Aunque el subsecretario Clark asegura que se han tomado medidas para evitar este escenario, el reloj no se detiene y los riesgos siguen latentes. La producción y distribución de medicamentos no es un proceso que pueda acelerarse sin consecuencias; requiere planificación meticulosa y márgenes de tiempo amplios.

El proceso de compra de medicamentos en México ha sido, históricamente, un campo minado de corrupción, buenas intenciones y, en ocasiones, malos resultados. La administración de la presidenta Claudia Sheinbaum tiene una oportunidad única para aprender de los errores del pasado y establecer un sistema verdaderamente funcional. Pero para lograrlo, deberá escuchar a los actores clave y ser lo suficientemente flexible para adaptar su estrategia según las necesidades del país.

¿Será este el modelo que finalmente logre sanar las heridas del sector salud? Sólo el tiempo lo dirá. Por ahora, la promesa está en el aire, y millones de mexicanos esperan con esperanza y, al mismo tiempo, con escepticismo.

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