Mexicanos Primero

Día Internacional de la Educación: no celebremos, reflexionemos

La educación tiene el potencial de dotar a las personas y comunidades con las herramientas necesarias para navegar y transformar los retos actuales.

El 24 de enero marca un momento clave para detenernos y reflexionar sobre el poder transformador de la educación. Este día no es solo una fecha para celebraciones, sino una oportunidad para mirar de cerca nuestras propias trayectorias de aprendizaje y cuestionar los sistemas educativos que hemos construido y que hoy enfrentan retos monumentales.

La educación, lejos de tener respuestas o caminos únicos, ofrece una multiplicidad de posibilidades. Todos hemos sido estudiantes alguna vez, y este día puede ser un viaje a esos momentos que moldearon nuestras vidas: las lecciones que recordamos, las personas que nos inspiraron y las dificultades que nos empujaron a ser mejores. ¿Qué nos enseña recordar esos procesos sobre el sistema educativo que necesitamos hoy?

Este 24 de enero también debe ser un llamado a la empatía, una invitación a comprender las realidades de las comunidades escolares, muchas veces invisibles en su resiliencia y en los silencios que esconden sus luchas cotidianas. Es un día que expone dos agendas: por un lado, la educación que idealizamos y creemos que necesitamos; por otro, la realidad cruda que viven las escuelas en cada rincón del país. Entre lo deseado y lo real hay un abismo que debemos enfrentar con urgencia y acción.

No podemos ignorar que quienes toman decisiones en materia educativa a menudo están rodeados de personas e ideas que generan una ceguera y sordera incomprensibles ante las necesidades reales del sistema. Este 24 de enero debe ser un recordatorio contundente de que el sistema educativo, tanto a nivel nacional como local, sigue sin responder a las expectativas más básicas. Si no depositamos altas expectativas en nuestros estudiantes hoy, estaremos condenando su futuro y, con ello, el nuestro.

La educación tiene el potencial de dotar a las personas y comunidades con las herramientas necesarias para navegar y transformar los retos actuales, desde el cambio climático hasta los avances tecnológicos. Sin embargo, enfrentamos un “tsunami” de dificultades: crisis de salud mental, deterioro ambiental y un rezago alarmante en aprendizajes indispensables. Estos desafíos exigen sistemas de aprendizaje abiertos, flexibles y adaptativos, que dejen atrás la rigidez burocrática que tanto nos frena.

Hoy están inscritos, según datos oficiales de la Secretaría de Educación Pública Federal, 32 millones 932 mil 384 niñas, niños y jóvenes (3-17 años). Se están cocinando hoy en las aulas —ya sean abiertas, cerradas, equipadas, sin agua, alejadas, con tecnología, sin docentes, con embarazos, con abandono, con apoyo, olvidadas, en donde sea y como sea— más de 32 millones de sueños, proyectos e historias que suceden a pesar de todo.

El Día Internacional de la Educación no es ya solo una fecha en el calendario, es y debe ser un pretexto para reflexionar y actuar. Reflexionar sobre el poder de la educación para transformar vidas y comunidades, y actuar para seguir sumando esfuerzos y que se construyan con mucho más compromiso los sistemas educativos que realmente respondan a las necesidades del presente y del futuro. Este día nos recuerda que la educación no puede ser una simple aspiración; debe ser una prioridad tangible y una herramienta efectiva para el cambio.

No celebremos. Reflexionemos. El cambio se hace en el territorio, no en el escritorio.

Patricia Vázquez del Mercado

Patricia Vázquez del Mercado

Presidenta Ejecutiva de Mexicanos Primero

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