Los tiempos de México no son fáciles. El entorno internacional, por una parte, las amenazas de Trump, los problemas pendientes no resueltos y los fantasmas del pasado amenazan la estabilidad del gobierno de la Dra. Sheinbaum. La herencia está resultando pesada. El péndulo tocando a la puerta.
La realidad impondrá su destino. Los desafíos y contratiempos, a la vista. Los desaparecidos cobran vida reclamando justicia por estos actos criminales. El descubrimiento del campo de reclutamiento o exterminio, como algunos lo llaman, a unos kilómetros de Guadalajara, es una bomba política para el actual gobierno. El pasado lo alcanzó. Las madres buscadoras, que no tuvieron apoyo oficial en gobiernos anteriores, encuentran el lugar y denuncian el hecho al mundo entero. El evento y la condena es demoledora. La noticia está en los principales medios de comunicación del orbe.
¡Aún hay más! Ahora resulta, y qué bueno que fue el gobierno, que las fuerzas federales encontraron y desmantelaron, en la Sierra de Zacatecas, en una superficie de cuatro hectáreas, un megalaboratorio productor de drogas sintéticas. Una instalación completa, con todos los elementos técnicos. La realidad rebasa, en mucho, la capacidad de asombro de la gente. ¿En dónde estaban los gobiernos pasados, que hacían? Laissez faire, laissez passer.
No se puede tapar el sol con un dedo. La inseguridad se apoderó de gran parte del territorio nacional. Una noche oscura y tenebrosa. Miles de muertos y desaparecidos. Tiempos de luto y desesperanza. Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca del infortunio.
A Trump le cae como anillo al dedo el descubrimiento. Confirma su denuncia de narcogobierno y fortalece su convicción de que su vecino es una amenaza a la seguridad de su país. Convalida sus denuncias y alimenta sus planes de sometimiento político.
A Porfirio Díaz se le atribuye la frase de que una insurgencia sólo es posible detenerla encabezándola. Los temas de la inseguridad y los desaparecidos son muy delicados. A prueba la capacidad de reacción del Estado mexicano. No hay manuales simples para ejercer el poder. En este contexto, no dudaría en recomendar que la presidenta debe asumir de frente la responsabilidad de gobierno. De no hacerlo y soslayarlo, corre el peligro de engrosar el inventario de culpables históricos del país.
En otras palabras, la presidenta debe encabezar y coordinar a las mujeres buscadoras para peinar el territorio nacional, sacar a la luz pública lo que encuentren y fincar responsabilidades. Limpiar la casa. Extirpar este cáncer y dolencia nacional.
La lucha contra la inseguridad y la impunidad tomaría otra dimensión. Rescataría la confianza en el gobierno y el respeto a la investidura presidencial. Se gobierna para la historia. Esta es la oportunidad de trascender. México lo merece. ¡Ojalá!