Colaborador Invitado

¿Miedo a los aranceles? Pronto serán agua pasada

Los aranceles se aplican a los bienes, no a los servicios, que son el sector dominante en todo el mundo y en México representan 60 por ciento del PIB. En este sentido, su influencia es nula.

¡Aranceles! pedí calma ante la generalización del temor a los planes arancelarios de Estados Unidos. Desde entonces, el miedo se ha multiplicado. Pero que no cunda el pánico. La incertidumbre que genera Donald Trump con sus constantes cambios de opinión puede afectar a los mercados a corto plazo, pero no irá más allá. De hecho, la bolsa mexicana está subiendo y seguramente los mercados estadounidenses no tarden en hacer lo mismo. Veamos por qué.

El terror arancelario, en realidad, esconde la preocupación de los estadounidenses por que los exportadores mexicanos –y de otros países– repercutan los gravámenes a los consumidores y, con ello, se dispare la inflación como en 2022 y 2023; una circunstancia que impediría a la Reserva Federal recortar los tipos de interés y, a su vez, haría mella en el consumo y el crecimiento. O, dicho de otra manera, estanflación. Las empresas mexicanas, en cambio, están inquietas por si no pueden trasladar esos aranceles a los precios, con el consiguiente efecto en los márgenes de beneficio y las exportaciones.

A fin de cuentas, los aranceles son malos, al menos en teoría. Provocan tensiones comerciales, favorecen a unas empresas y perjudican a otras, y pueden redistribuir la demanda de manera ineficaz. Sin embargo, en la práctica, esto no está tan claro.

Recordemos el primer mandato de Trump: en 2018 y 2019, los argumentos que los expertos esgrimían eran los mismos que ahora, pero las exportaciones de México a Estados Unidos aumentaron un 13 por ciento entre el final de 2017 y 2019, un dato que duplicaba el 6 por ciento de los dos años anteriores y que estaba en sintonía con el aumento general de las ventas al exterior (12 por ciento). Además, la inflación no aumentó hasta 2021 en Estados Unidos; y lo hizo por los problemas de la cadena de suministro que marcaron la pandemia y una disparatada política monetaria, no debido a los aranceles.

Con respecto al crecimiento, el PIB estadounidense aumentó un 2.5 por ciento en 2017, antes de los aranceles, y, después, un 3 por ciento en 2018 y un 2.6 por ciento en 2019. En fin, la fluctuación normal de la economía, en ningún caso estanflación.

Por su parte, el PIB de México se elevó un 1.9 por ciento y un 2 por ciento en 2017 y 2018, respectivamente. Es cierto que se contrajo un 0.4 por ciento en 2019, aunque esto se debió al gasto público y no a las exportaciones y el consumo privado, que aumentaron. Así pues, no puede decirse que el impacto de los aranceles fuese precisamente grande.

Los motivos de esa escasa incidencia es que los aranceles, cuando no son universales, son fáciles de eludir, lo que da paso a rutas alternativas. Un ejemplo sería el fenómeno de relocalización de empresas chinas y el resto de Asia en México, que ha favorecido el crecimiento del país.

Con todo, para muchos, la segunda legislatura de Trump será mucho más agresiva que la primera en términos de guerra comercial. Es posible, pero, incluso aunque las amenazas del 25 por ciento se hicieran realidad, la factura exportadora aumentaría hasta un máximo de 2.6 billones de pesos. Parece una cuantía descomunal, pero representa el 7.5 por ciento del PIB mexicano. No es baladí, pero tampoco es para tanto. Además, ese sería el peor de los casos, según el cual las empresas mexicanas pagarían los aranceles en su totalidad y no repercutirían nada a sus clientes. De momento, ese escenario está descartado. Recordemos, asimismo, que el total de gravámenes de Estados Unidos al resto de los países sumaría, como mucho, apenas el 0.75 por ciento de su PIB.

Igualmente, los aranceles se aplican a los bienes, no a los servicios, que son el sector dominante en todo el mundo y en México representan 60 por ciento del PIB. En este sentido, su influencia es nula.

Para finalizar, y recordando otra vez lo que dije en noviembre, los aranceles de Trump son más una medida de presión que de proteccionismo. En su primer mandato, las amenazas comerciales obligaron a los países afectados a renegociar sus acuerdos. Ahora dice que los está utilizando para obligar a México y a Canadá a controlar sus fronteras y luchar contra el fentanilo, por lo que, en cuanto se firmen nuevos pactos, podrían desaparecer.

En todo caso, al estar presentes en todas las conversaciones, la capacidad para provocar una sorpresa negativa de los aranceles es escasa. Efectivamente, la BMV apenas ha variado desde el 1 de marzo, y es de esperar que el enorme alivio con el que se disiparán los temores arancelarios espolee las bolsas mundiales, sobre todo las europeas.

Ken Fisher

Ken Fisher

Fundador, presidente ejecutivo y codirector de inversiones de Fisher Investments

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