EL JOVEN CONTROLADOR de tránsito aéreo, Santiago Mihail Ávila Cortés, saltó a la fama a principios de abril, cuando se supo que él lideró el proyecto de las nuevas rutas de aproximación a la CDMX.
Sin experiencia que da el tiempo, fue punta de lanza del igualmente inexperto director de Servicios a la Navegación del Espacio Aéreo Mexicano (Seneam), Víctor Hernández, y de su esbirro, Raúl Campilla.
Los cinco minutos de fama de Ávila se esfumaron. Renunció al círculo de Hernández y regresó a donde nunca debió salir: controlar en el turno de la noche. Pero heredó un grave problema a los chilangos.
La incapacidad del grupo de colaboradores de Hernández se hace cada vez más evidente. Con el tiempo se ha ido agravando lo deficiente, inseguro y desordenado que resultó el rediseño del espacio aéreo.
Muchos trabajadores especialistas del departamento de tránsito, con experiencia y conocimiento, han preferido jubilarse antes de avalar las barbaridades que están planteando los directivos del Seneam.
Entre ellos se encuentran los patrones de espera que los pilotos deben mantener, la cercanía con los obstáculos orográficos y los rodeos para llegar al mismo punto que ya se habían resuelto con el ‘waber’.
En las últimas semanas se han realizado reuniones entre los encargados militares del nuevo aeropuerto Felipe Ángeles y personal de Seneam, que en este último caso fueron tres personas.
Hernández encomendó este delicado trabajo a tres jóvenes controladores inexpertos, dando pie a que los militares argumenten desconocimiento e impericia para quedarse también con esa posición.
La nueva jefa del Centro de Control, Areli Gallardo, tiene plaza de meteoróloga. Pero eso es lo de menos. Resulta que su marido, Alejandro Valdés, es su jefe, razón por la que fue registrada con otro puesto.
Trabajadores se quejan de terrorismo laboral, ya que a muchos controladores de los más antiguos les exigen que renuncien al sindicato Sinacta, so pena de reprobarlos en un examen, e incluso despedirlos.
El terrorismo laboral se ha refinado por el asesor del director del Seneam, Campilla, quien fundó el Sinacta, pero quiso quedarse como secretario emérito y no lo logró. Terminó siendo defenestrado.
De regreso por la puerta grande de la 4T, ahora aplica las cláusulas contractuales en contra de sus excompañeros y agremiados, con la ayuda de un ‘asesor’ laboral llamado Mauro Manuel Sánchez.
Entre las tácticas para amedrentar está el examen mencionado que se les hace a los controladores después de un curso exprés de tres días y a quien no acepte renunciar a Sinacta se le pone a disposición de personal.
El resultado ha sido que los más jóvenes han tenido que suplir a los ausentes con horas extras de hasta 200 por mes, las cuales por supuesto generan cansancio y falta de atención en el trabajo.
Por otro lado, en Toluca se asignó como jefa de estación a Paola Aidee Salazar, quien es además representante de Seneam ante la Secretaría de Seguridad Pública.
Por la anterior situación atiende poco sus responsabilidades, además carece de las competencias necesarias. Sus asistentes renuncian a los pocos días, pues es mucha la responsabilidad y poca la paga.
En la Torre de Control México fueron nombrados como jefes los hijos de Hernández y Campillo, Manuel Alejandro Hernández Rosas y Víctor Campillo Castillo, lo cual tiene molestos a los trabajadores que llevan años haciendo méritos para subir de posición.
En resumen: un cochinero en Seneam, al que presta oídos sordos y prefiere mirar hacia otro lado el que se supone es el jefe de esa sensibilísima estructura: el subsecretario de Transporte, Carlos Morán.
CUANDO LUIS ERNESTO Derbez era rector de la Universidad de las Américas un día recibió una propuesta de Alejandro Gertz Manero, quien pretendía vender la Universidad de las Américas de la Ciudad de México. En 1996, la autoridad había otorgado la titularidad de la marca UDLA Puebla a la Fundación Jenkins. Terminó el gobierno de Vicente Fox y Derbez asumió la rectoría. El excanciller logró posicionar a la universidad como uno de los centro de excelencia académica dentro y fuera de México. Denegó la posibilidad de tener operaciones en la CDMX y con ello no volaron los planes de Gertz. Pasaron los cinco años que otorga la ley para que alguna persona o institución, como pudo ser el caso de la Universidad de las Américas CDMX, impugnara la marca. Pero el ahora fiscal general de la República no lo hizo. Quince años después, Gertz presentó un recurso para recuperar la marca por la vía penal, denunciando a una decena de funcionarios del IMPI, que por cierto ya ninguno trabaja ahí. Pero en varias ocasiones el juez rechazó la solicitud. La mayoría de los expertos en propiedad industrial y en particular, en registro de marcas, opinan que el reclamo del fiscal está fuera de tiempo porque la marca a la UDLA Puebla se le otorgó en tiempo y forma.
LOS DUEÑOS DE las grandes empresas en México deben resolver un dilema en la sucesión de la presidencia de la Concamin: qué liderazgos empresariales quieren poner como interlocución con el gobierno de Andrés Manuel Lopez Obrador. Hoy los miembros del Consejo Mexicano de Negocios, que lidera Antonio del Valle Perochena, están divididos porque unos quieren poner a dirigentes conciliadores y que incluso sean cercanos a la 4T, como es el caso de Francisco Cervantes. Sin embargo, los duros de la IP dicen que 2024 está a la vuelta de la esquina y requieren dirigentes con autoridad moral y consenso de unidad en el gremio, porque el final del sexenio no va a ser un día de fiesta. En las cámaras de industriales hay representación de empresas extranjeras que quieren dirigentes que representen no solo a la CDMX y a los grupos de Monterrey. En la Concamin participan 47 cámaras nacionales, 14 regionales, tres genéricos y 59 asociaciones. Los candidatos a la vista son cuatro: Alejandro Malagón, de FEMSA; Nezahualcóyotl Salvatierra, oaxaqueño de la industria de la construcción; Ramon Beltrán, del sector de aluminio, y José Antonio Abugaber, zapatero de León. Se espera que en septiembre haya nuevo presidente de Concamin.
APENAS LE INFORMÉ que Probiomed firmó la semana pasada un acuerdo con sus acreedores, a fin de liquidar la deuda que llegó hasta mil 680 millones de pesos y salir del concurso mercantil al que se acogió desde hace año y siete meses. El trato implica una quita de alrededor de 50 por ciento que al final otorgaron BBVA de Eduardo Osuna, Santander de Héctor Grisi, Citibanamex de Manuel Romo, Multiva de Olegario Vázquez Aldir y el Bancomext que dirige Juan Pablo de Botton. Esa oferta fue posible gracias a la entrada de un nuevo socio que capitalizó. Se trata de Grupo Sanfer, de Ricardo Amtmann, que realizará una inyección de 600 millones de pesos, de los que 300 millones van para el crédito sindicado que asciende a más de mil millones, 200 millones para capital de trabajo y 100 millones para el pago de créditos comunes. Jaime Uribe, fundador de Probiomed, se mantiene como socio.