DESDE HACE CUANDO menos un par de años, incluso antes de la pandemia del COVID-19, la industria de la televisión se ha visto obligada a iniciar un proceso de transformación acelerado y disruptivo.
Sin embargo, al igual que muchos rubros, el televisivo sufrió de manera particular el embate de la pandemia. El principal, caídas dramáticas en ventas por la contracción en el mercado publicitario.
Asimismo, incrementos en los costos de generación de contenidos, la irrupción y consolidación de competidores en medios digitales y cambios en la actitud y hábitos de las audiencias.
Para hacer frente a esta nueva realidad, compleja y llena de desafíos, todas las empresas de la industria en México tuvieron que adaptarse, reducir costos e innovar contenidos.
Fue el caso de TV Azteca, que ante caídas de ventas de hasta 40 por ciento, arrancó hace un año una reestructura financiera con el objetivo de asegurar la continuidad y futuro de sus operaciones.
Como muchas otras empresas de diversos sectores durante la pandemia, la compañía que fundó Ricardo Salinas Pliego ha tenido que enfrentar los estragos y múltiples afectaciones derivadas de esa crisis.
En 2024 enfrentará un vencimiento de 400 millones de dólares de notas sénior y lleva más de 12 meses negociando con sus tenedores de bonos una salida constructiva, sin afectar la marcha del negocio.
Los principales bondholders son Fidelity Investments, Doubleline Capital, ST. James´s Place, Invesco, Schroders, Contrarian Capital Management y Cyrus Capital Partners.
Estos bonistas, que son representados por los bufetes Creel, García-Cuéllar, Aiza y Enríquez; Akin Gump Strauss Hauer & Feld, y Ducera Partners, han prestado oídos sordos a la situación de la compañía.
La televisora, cuyo timón operativo capitanea Benjamín Salinas Sada, ha propuesto y buscado un diálogo con esos acreedores a fin de exponer el difícil entorno que vive, puesto que, independientemente de ciertos procesos de recuperación graduales, sus retos están muy lejos de ser solventados.
Hoy lamentablemente existe una terrible desconexión y preocupante falta de sensibilidad por parte de algunos de esos bonistas ante una circunstancia que busca preservar el negocio en marcha de TV Azteca.
Pareciera que, motivados y guiados exclusivamente por un interés personal, lo único que interesa es retirar su dinero y llevárselo, lejos de ver por una empresa sana y competitiva y con perspectivas sólidas de largo plazo.
Pese a ese complejo panorama, TV Azteca seguirá en la ruta disciplinada y responsable de mantener un perfil financiero sano en beneficio de sus stakeholders, que incluye además de acreedores, a un número importante de clientes, proveedores y colaboradores.
CON 84 AÑOS a cuestas, don Antonio del Valle Ruiz se está embarcando en la que quizá sea su última gran empresa en su larga, exitosa y fructífera vida en el mundo de los negocios: liderar a un grupo de empresarios y financieros mexicanos para comprar Banamex. Contador egresado de la Escuela Bancaria y Comercial, en 1972 fundó el Banco Hipotecario Metropolitano, que dos años después, en 1974, dio paso al Banco de Crédito y Servicios, mejor conocido como Bancrecer. La nacionalización de la banca de José López Portillo puso fin en 1982 a su carrera como banquero, la cual retomó en 1992 con la compra de Banco Internacional, en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, que a partir de 1995 se transformó a Bital. En 2002 Del Valle vendió a sus socios, Eduardo Berrondo y Jorge Esteve su participación en ese exitosísimo banco, el cual pasaría al control del inglés HSBC en 2004. Ese mismo año fundó Bx+, donde se ha mantenido hasta nuestros días, no sin antes dar golpes como el intento, hacia 2015, de asumir el control, con un grupo de amigos y empresarios mexicanos, del Banco Popular de España. Del Valle Ruiz es el caballo negro de Andrés Manuel López Obrador, con quien tiene una excelente relación, al igual que con un interminable número de capitanes de empresa. A muchos de ellos está convocando para regresar a sus orígenes al llamado Banco Nacional de México. Se lo pasamos al costo.
COMO PARTE DEL tercer paquete de infraestructura que Andrés Manuel López Obrador está por anunciar, apunte la Línea 4 de Guadalajara. Es un tren ligero de unos 10 mil millones de pesos que tendrá una longitud de 20 kilómetros que va de esa ciudad a Tlajomulco. Conectará con el macrobús en la estación Fray Angélico y con el Circuito Metropolitano Sur, en la estación Santa Fe. El gobierno de Jalisco que encabeza Enrique Alfaro estima movilizar con él entre 130 mil y 200 mil personas diarias. La licitación la coordinará la Secretaría de Infraestructura que lleva Jorge Arganis y los recursos saldrán de la Secretaría de Hacienda, de Rogelio Ramírez de la O. Son dos grupos los que se perfilan ya: Mota-Engil, que preside José Miguel Bejos, y Grupo México, de German Larrea. Este último posee el derecho de vía por donde circulará este tren de pasajeros. Es de Ferromex, que dirige su sobrino Fernando López-Guerra Larrea.
EL PROCESO DE reestructura financiera de Crédito Real se está organizando a paso veloz. Le decía el lunes que la sociedad financiera de objeto múltiple, que encabeza Angel Romanos, se reunió la semana pasada con los bancos acreedores a fin de trazar una ruta crítica. Hay toda la intención de hacerlo ordenadamente. Los bancos ya conformaron un comité, el cual está liderado por BBVA que maneja Eduardo Osuna, Banorte de Carlos Hank González, Scotiabank que conduce Adrián Otero e Invex de Juan Guichard. Ya ficharon como asesor financiero a Rothschild, que operan al alimón Daniel Nicolaievsky y Victor Leclercq. En la parte legal los bancos contrataron a Creel, García-Cuéllar, Aiza y Enríquez, que comanda Carlos Aiza. Crédito Real, que dirige Carlos Ochoa, necesita reestructurar más de 54 mil millones de pesos.
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