Dolores Padierna

Oposición, la ruta del fracaso

La reciente encuesta de la casa De las Heras Demotecnia, que da una amplísima ventaja a la doctora Claudia Sheinbaum frente a la aspirante del frente opositor, apuntalan esa percepción.

Directora General de Gestión Sectorial y Enlace Interinstitucional de la SEP

Los opinadores profesionales —que constituyen un coro griego que reproduce cotidianamente el discurso opositor— reconocen, cada vez con mayor frecuencia, que el frente tripartidista camina hacia una derrota en 2024.

Datos como los de la reciente encuesta de la casa De las Heras Demotecnia, que da una amplísima ventaja a la doctora Claudia Sheinbaum Pardo frente a la aspirante del frente opositor apuntalan esa percepción.

Pero antes que revisar la consistencia de la peculiar alianza o la inexistencia de propuestas convincentes para las mayorías, los voceros formales e informales de la oposición explican su futura derrota con una narrativa sustentada en expresiones como “elección de Estado” o “el fraude que viene”.

En ese camino recurren al expediente que han alimentado a lo largo de cinco años, que va de un supuesto pacto con Enrique Peña Nieto a la alianza con grupos delincuenciales y el uso de dinero sucio en las campañas. El cuadro lo completa un listado de supuestos fracasos del gobierno de la transformación, que han sido empleados una y otra vez a lo largo de estos años, una suerte del libreto del desastre que anunciaron desde antes de 2018.

Que la mayoría de la población no dé ningún crédito a sus escenarios apocalípticos parece tenerlos sin cuidado.

Los niveles de aprobación del presidente Andrés Manuel López Obrador, los buenos números de la economía, los informes de calificadoras u organismos internacionales parecen no decirles nada.

Y nada les dicen porque viven encerrados en su propio mundo y porque desconocen el país real, porque buena parte de ellos nunca han caminado el país y se atienen a lo que les dicen —más bien, a lo que entre ellos se dicen— en los medios y las redes sociales.

Así, voltean hacia otro lado cuando miran la frágil candidatura que edificaron al vapor.

En unas pocas semanas, la aspirante del frente opositor ha ido mostrando su verdadera estatura, pese a los intentos de salvación a cargo de sus hacedores, no los dirigentes de los partidos sino los empresarios que representa el señor X y sus intelectuales orgánicos.

La aspirante opositora ha buscado dar respuesta a los escándalos por sus opacos manejos inmobiliarios y el plagio de su tesis con frases altisonantes y usando un lenguaje patriarcal. Las feministas de la “sociedad civil”, tan atentas a esas expresiones en sus rivales políticos, han guardado silencio.

A estas alturas resulta claro que la principal adversaria de Gálvez no es la doctora Sheinbaum, sino su propia boca y, naturalmente, su historia llena de inconsistencias y trampas.

Han pretendido mostrar a la aspirante opositora como un personaje “fresco” y ajeno a los partidos políticos que la postulan. Pero lo que les ha resultado es una suerte de clon del dicharachero Vicente Fox y una aspirante a la que resulta imposible desligarse de la vieja política, que en las fotos importantes aparece rodeada los dinosaurios del PRI —como ya hizo el candidato “sin partido” José Antonio Meade— y los eternos perdedores del PAN.

¿Cuál es el horizonte que ofrece la aspirante del frente opositor rodeada de personajes que tuvieron papeles clave en los gobiernos neoliberales?

De José Ángel Gurría —apodado atinadamente el Ángel de la Dependencia— al impresentable Gabriel Quadri —candidato de Elba Esther Gordillo— el cuadro de coordinadores del frente no ofrece sino un retorno al pasado de corrupción y desigualdad.

En la ruta de la derrota, la oposición debería buscar explicaciones en sus propias filas y en los numerosos errores cometidos. Todo indica que no será así, que seguirán culpando a sus adversarios políticos y, peor, a las ciudadanas y ciudadanos que no comparten su visión de país.

Recientemente, por ejemplo, circula un spot opositor, sin firma, que comienza con una mentada de madre a la ciudadanía y, desde la superioridad moral de los “políticamente correctos”, conmina a ir a las urnas. “Deja el celular y sal a votar”, exige. Es decir, regaña al ciudadano por concentrar su rechazo en las redes sociales y le exige ir a votar… desde las redes sociales.

Así el extravío de una oposición sin brújula.

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