Dolores Padierna

La Guardia Nacional, una institución clave en la estrategia de seguridad

Una parte esencial de la nueva política fue la creación de la Guardia Nacional, un cuerpo que se ganó rápidamente el aprecio social.

Es difícil elegir un momento de entre los muchos que metieron a nuestro país en una espiral de violencia que padecemos hasta ahora.

Puede ser, por ejemplo, el día de 2010 en que un grupo de pistoleros masacró a 15 jóvenes en Ciudad Juárez. Ese día que Felipe Calderón dijo que las víctimas, estudiantes, eran “pandilleros”. O bien unos años antes, cuando empujado por su ilegitimidad de origen, Calderón decidió lanzar su insensata “guerra contra el narcotráfico”, el escenario ideal para dar poder sin medida a su mano derecha, el “superpolicía” Genaro García Luna, hoy condenado por narcotráfico.

En ese periodo de terror que fue el sexenio de Calderón tenemos muchos días para escoger, porque la llamada “guerra contra las drogas” solo consiguió incrementar la violencia exponencialmente. Los homicidios crecieron como nunca, lo mismo que delitos como la extorsión, el robo y la trata de personas.

El gobierno de Calderón fue la mejor prueba de que la violencia solo genera más violencia.

La corrupción, materializada en redes de complicidad que iban desde el cuerpo policiaco municipal más modesto hasta los altos niveles de la Policía Federal (PF), convirtió a la “guerra” de Calderón en una simulación con resultados trágicos.

Empeñado en una presidencia fundada en un enorme gasto publicitario, Enrique Peña Nieto prefirió ocultar la realidad y dio continuidad a la trágica estrategia de su antecesor.

Nuevamente, se optó por ignorar las causas profundas, además de la corrupción oficial, la descomposición social, la pobreza y la falta de oportunidades que empujaba a los jóvenes a los brazos de la delincuencia.

Tuvo que llegar el presidente Andrés Manuel López Obrador para que se diera un cambio de fondo en la política de seguridad, para que se priorizaran las tareas de inteligencia y coordinación, para que se fuera a la atención de las causas, a la par que se procedía a cortar de tajo la corrupción, con la desaparición de la PF.

Una parte esencial de la nueva política fue la creación, en marzo de 2019, de la Guardia Nacional (GN), un cuerpo que se ganó rápidamente el aprecio social, como muestran las encuestas del INEGI (74% de confianza, ENSU).

Al tiempo que se ha ido consolidando la presencia de la GN en todo el territorio nacional, se avanza en la atención de las causas que originan la inseguridad y la violencia. Una institución a la que no pueden acusar de ser proclive a la 4T, el Banco Mundial ha informado que 9 millones y medio de mexicanos salieron de la pobreza durante el gobierno del presidente López Obrador.

La reducción de la desigualdad, el incremento del salario real, los apoyos a estudiantes, han sido logros que contribuyen a enfrentar los problemas de inseguridad y violencia.

Actualmente, la Guardia Nacional cuenta con más de 130 mil elementos operativos y es una fuerza de paz con presencia en todo el país.

En la ruta de la construcción de paz, la semana pasada aprobamos, en la Cámara de Diputados, una reforma para que la GN quede adscrita a la Secretaría de la Defensa Nacional, dado que se requiere que sus miembros actúen conforme la disciplina militar, lo que no significa que estén exentos de responder, en su caso, a la justicia ordinaria.

La reforma aprobada define para la GN un propósito constitucional claro y puntual, pues su misión es ejecutar la Estrategia Nacional de Seguridad Pública, cuya conducción corresponde a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, a cargo de un civil.

Desde los años noventa se recurrió a las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública, pero sin regulación jurídica. De ahí la importancia de una reforma que responde a una realidad y nos permitirá abandonar el limbo jurídico en la materia.

Lejos de negarlos, los problemas de seguridad han sido atendidos cotidianamente, con una estrategia de paz que está dando resultados.

La más reciente encuesta trimestral del INEGI mostró que la percepción en materia de inseguridad es la mejor, o menos mala, de los últimos diez años: esto es, 59.4 por ciento; 15.5 por ciento menos que al inicio del gobierno del presidente López Obrador. (Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, ENSU).

Según expertos, una parte de este logro se debe a que la Guardia Nacional se ha ido consolidando como una pieza fundamental para garantizar la paz y la seguridad pública.

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