Aunque López Obrador hubiera pensado otra cosa, desde antes de la aparición del fenómeno Xóchitl Gálvez, ya se vislumbraban riesgos en la conducción de su proceso sucesorio.
Hace tres semanas llamábamos la atención sobre los problemas que AMLO (más líder de su movimiento que presidente) podría enfrentar por abrir el proceso para su relevo, al más añejo estilo priista, con tanta anticipación.
Las ambiciones son canijas, diría mi abuelo, y quienes “ya se vieron” son capaces de desconocer hasta a quien los puso en situación.
Las disputas entre los seis ungidos dan muestras de romper las reglas que se les han impuesto y esto se acrecienta al paso de los días, lo que es evidente tanto por lo que es público como por el golpeteo bajo la mesa, el llamado “fuego amigo”. No es para menos, lo que está en juego es la presidencia de la República, la tensión crece y más para algunos que ven en este proceso su última oportunidad.
Pero si lo anterior ya traía consigo problemas para la conducción desde palacio, la aparición y el ascenso de Xóchitl Gálvez los incrementó para que el presidente mantenga el control que había imaginado y sin duda los acrecienta para quienes pretenden sucederlo.
Si en algún momento Marcelo Ebrard pensó que podría contar con un plan B y, ante la posibilidad de perder la contienda interna en Morena, tener una salida en la oposición, esa opción se cierra día a día en la medida en que Xóchitl Gálvez aglutina simpatías y crece la presión social para cerrar filas en torno de ella, si bien aún falta por conocer la posición que tomará MC.
Hay mucho camino minado por recorrer, pero a estas alturas la senadora hidalguense puede ser la que encabece la opción opositora, siempre y cuando salga de la trampa que le están tendiendo y sea capaz de construirse una ruta por encima de la simplificación populista tan eficaz en estos momentos de sinrazones.
La trampa: mucho se ha dicho que el mejor jefe de campaña de Xóchitl Gálvez ha sido AMLO, lo cual tiene algo de verdad. Hay quien dice que de seguir en ese tenor la seguirá impulsando y que su “necedad y soberbia” lo cegarán para fortalecer involuntariamente un reemplazo no solo inesperado sino antitético a su visión de futuro.
Sí y no, como todo en la vida, doble contra sencillo que el presidente no declinará en su ataque. La razón muy sencilla, aplicará la fórmula que le ha dado resultado y pretenderá arrinconarla y colocarla, a suerte de insistir e insistir, en el lado oscuro de su historia, junto a Salinas, Fox, Calderón, Claudio X, etcétera.
Su estrategia narrativa, mercadológica, es muy elemental: la polarización para afianzar su voto duro e incrementar el escepticismo de la clase media y de la juventud poco participativa (sobre todo la que se encuentra entre los 20 y los 39 años, nada más y nada menos que cerca del 45 por ciento del padrón electoral) sobre la política para que termine diciendo: “son lo mismo, Xóchitl es lo mismo…” y se aleje de las urnas. Esa es la trampa.
Para construir una candidatura alternativa en esas condiciones no basta con levantar la bandera de la oposición, el adversario es el experto en ello, hay que elaborar una narrativa propia que entusiasme al delinear un futuro distinto.
Si bien Xóchitl Gálvez ha sabido aprovechar el impulso que involuntariamente se le ha dado y ha alcanzado el reconocimiento nacional que requiere para “encabezar” el Frente, tiene que pasar a ser candidata y que su figura sea visualizada como presidenta de la República. Una cosa no lleva en automático a la otra.
Tiene que construirse una imagen como presidenta, sin perder la figura fresca, valiente, emprendedora, ejemplo de la cultura del esfuerzo. Tiene que pasar a diagnosticar y proponer, a demostrar que puede construir acuerdos y liderar, cuestión por demás importante en cualquier caso, más aún en un país conservador y machista como el nuestro.
POSDATA: El viernes por la noche el TEPJF notificó al INE su sentencia según la cual el Instituto debe elaborar lineamientos sobre lo que debe y no hacerse en este recién inaugurado periodo de pre-precampañas. El miércoles veremos qué límites se ponen a un fenómeno que contraviene la legalidad. En particular, será interesante conocer cuáles serán las reglas para hacer transparente el origen y uso de los recursos que se están aplicando a las movilizaciones que vemos a lo largo y ancho del país. Y lo que la autoridad diga sobre los fraudes a la ley, como por ejemplo la nueva sección de la mañanera “No lo digo yo”.
El autor es exsecretario ejecutivo del Instituto Nacional Electoral (INE).