Eduardo Guerrero Gutierrez

2020: año del CJNG

Si el conflicto con el CJNG no se sale de control, 2020 podría ser el año en el que finalmente comience a avanzarse en una gradual pacificación del país.

El fiscal general norteamericano, William P. Barr, visitó Palacio Nacional el pasado 5 de diciembre. Entusiasta de la guerra contra las drogas, del encarcelamiento masivo y de las deportaciones de migrantes, Barr es un adalid del conservadurismo norteamericano. También ha demostrado ser uno de los alfiles más leales de Donald Trump. Desde el Departamento de Justicia, ha jugado rudo para contener la avalancha de investigaciones y acusaciones contra su jefe.

A pesar de la distancia ideológica que pudiera haber, la reunión entre López Obrador y el fiscal Barr fue un éxito rotundo. Al parecer, ese día inició una nueva era en la cooperación bilateral. Primero, Trump desistió de su propuesta de designar a los cárteles como organizaciones terroristas. Luego vino el providencial arresto de Genaro García Luna. Sospecho que lo que se acordó el 5 de diciembre seguirá definiendo durante los próximos meses el rumbo de toda la política de seguridad en México.

Hay algunas señales favorables. La principal es que se ha mencionado que habrá una intervención más activa de la justicia norteamericana en el combate a los cárteles, así como el fortalecimiento de la inteligencia en México, incluyendo la inteligencia financiera. Sin embargo, también es probable que los norteamericanos exijan a México más arrestos de capos, en especial el de Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, líder del CJNG. Se habla incluso de la conformación de un grupo de élite binacional (elementos de Semar, con asesoría, armamento e inteligencia norteamericana) dedicado exclusivamente a la cacería de dicho capo.

Si 2019 fue el año de los abrazos a los criminales, 2020 podría ser el año de la guerra contra el CJNG. De ser así, más vale que el gobierno se prepare para una difícil batalla. El CJNG no morirá tranquilamente. Ya hubo un intento fallido de desarticularlo hacia fines del sexenio pasado, cuando el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, anunció que iría tras El Mencho y que el CJNG sería "el objetivo prioritario del gobierno federal". No se logró mucho entonces. Unos meses después, cuando terminó el sexenio, El Mencho seguía libre y el CJNG, en plena bonanza.

La organización de Oseguera Cervantes es un enemigo formidable. Por un lado, es un cártel de cuello blanco, con recursos de sobra para corromper funcionarios del más alto nivel. Por el otro lado, el CJNG es un ejército en forma. Cuenta con no menos de 36 células armadas que operan en prácticamente todas las entidades federativas. No pasa semana sin que nos enteremos que alguna de estas células 'tomó control' de un municipio. La semana pasada, por ejemplo, fue el turno de Villagrán, Guanajuato, donde los sicarios asesinaron a siete policías (cinco hombres y dos mujeres).

El Mencho podría hacer mucho daño antes de caer. Para empezar, como ya hizo en mayo de 2015, podría lanzar ataques espectaculares y paralizar Guadalajara. Luego podría replicar esos ataques en varias ciudades, carreteras e instalaciones de Pemex (el CJNG no sólo se dedica al narcotráfico, sino que también controla buena parte del mercado de combustible robado). Ahí no termina la cosa. Si El Mencho es detenido, también veremos conflictos entre quienes busquen quedarse con sus negocios. Los grupos locales que han sido desplazados por el CJNG en Guanajuato, Michoacán, Quintana Roo, Veracruz y otros estados seguramente intentarán vengarse. Todos estos escenarios deben contemplarse antes de lanzar la embestida.

Los riesgos que implica una eventual detención de El Mencho son enormes. Aún así, mi pronóstico no es del todo negativo para 2020. El proyecto de centralización de la seguridad pública –por medio de las coordinaciones para la paz en estados y regiones– está superando su etapa piloto y comenzará a dar algunos resultados (este año ya se logró una reducción importante del robo de vehículo).

Las transiciones tienden a ser periodos de alta inseguridad y violencia. En 2019 no sólo arrancó la 4T. También tuvimos gobiernos novatos en varios estados. En contraste, el próximo año no hay relevos importantes y sólo tendremos la elección del Congreso local de Coahuila y de los alcaldes en Hidalgo. Tampoco se avizoran grandes conflictos políticos ni desafíos a la gobernabilidad. Es un año en el que el gobierno tendrá bastante margen de maniobra.

En los últimos meses hubo varios eventos de alto impacto que sacudieron al país. Aun así, los homicidios se estabilizaron (y en la capital del país incluso se observa una tendencia de disminución). Tal vez este año ya tocamos fondo en materia de violencia criminal. Si el conflicto con el CJNG no se sale de control, 2020 podría ser el año en el que finalmente comience a avanzarse en una gradual pacificación del país.

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