Eduardo Guerrero Gutiérrez

Nuestras 15 recomendaciones para Omar García Harfuch

Omar García Harfuch propuso un plan integral de seguridad en carreteras que, entre otras medidas, contempla la creación de unidades especializadas al interior de la Guardia Nacional.

Dentro del futuro gabinete de Claudia Sheinbaum, el nombramiento de Omar García Harfuch (OGH) como secretario de Seguridad ha sido uno de los que más expectación y reacciones generó. Algunos lo han leído como el principal gesto de autonomía de la presidenta electa frente a López Obrador; otros lo ven con preocupación, por el pasado de OGH en la extinta Policía Federal, y otros más lo interpretan como una noticia esperanzadora, de que en los próximos años finalmente podríamos avanzar hacia la pacificación del país.

Para presentar una reflexión más profunda sobre la encomienda que le espera a OGH, acordé escribir con dos amigos y especialistas de primer nivel, cada uno desde su mirador, una columna con cinco recomendaciones a la que titularíamos conjuntamente Nuestras 15 recomendaciones para OGH. En este ejercicio también participan, en sus respectivos medios, Carlos Seoane (a quien agradezco la invitación a participar en este ejercicio; Carlos posee 36 años de experiencia en seguridad privada y es columnista en El Universal), y Gerardo Rodríguez (experimentado internacionalista y columnista de El Heraldo de México en temas de seguridad nacional y Fuerzas Armadas).

Sin más preámbulo, las siguientes son mis cinco recomendaciones:

1. Garantizar la neutralidad política del Centro Nacional de Inteligencia. OGH anunció que buscará fortalecer las capacidades de inteligencia e investigación del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Qué bueno que ése sea el propósito, aunque no será una tarea fácil, ni de corto plazo. Para empezar es necesario revisar los procesos de profesionalización, de forma que el CNI algún día llegue a contar con el personal de carrera, altamente especializado, que necesita. Además, será indispensable establecer nuevos mecanismos de rendición de cuentas, de forma que el CNI no opere, como el Cisen y la División de Inteligencia de la Policía Federal, bajo una eterna sombra de acusaciones. Poner candados es la única forma de no caer en la tentación de siempre, de utilizar el aparato de inteligencia para hacer espionaje político. También sería una forma de atajar a los críticos, que ya adelantan que OGH podría convertirse en ‘el nuevo García Luna’.

2. Vigilar las instituciones del Estado. Hay muchos factores que explican el fracaso de los últimos tres sexenios en materia de seguridad, pero si hubiera que apuntar a uno solo, yo destacaría la falta de voluntad y de capacidad para evitar que los grupos criminales ‘colonicen’ las instituciones del Estado. El crimen organizado mata policías prácticamente todos los días, y durante las elecciones se dedica a intimidar y sobornar candidatos, o de plano postula a su propia gente. Lo hace porque sabe que así podrá operar impunemente. Los mexicanos no recuperaremos la paz hasta que no pongamos fin a estas dinámicas. Una ventaja de fortalecer el CNI es que se podría dar el paso que hasta ahora nadie ha querido dar: investigar los vínculos del crimen organizado en las instituciones del Estado, empezando por las policías locales, que son las más vulnerables.

3. Lanzar el plan de seguridad en carreteras. Durante la campaña, OGH propuso un plan integral de seguridad en carreteras que, entre otras medidas, contempla la creación de unidades especializadas al interior de la Guardia Nacional. Le diría que es una buena idea. Tomará muchos años recuperar el territorio que las organizaciones criminales han ganado. Sin embargo, si se logra un monitoreo eficaz de las principales vías de comunicación del país, se podría limitar de forma rápida la capacidad operativa de los criminales y, sobre todo, la facilidad con la que actualmente desplazan comandos armados a nuevos territorios.

4. Priorizar Chiapas. Varios estados hacen frente a una situación crítica. Sin embargo, Chiapas es el que presenta el mayor riesgo, sobre todo porque los comandos armados del CJNG y otros grupos paramilitares se han insertado en los conflictos agrarios y políticos que dividen desde hace décadas a las comunidades del estado. Sin una intervención, Chiapas tendrá durante el sexenio de Sheinbaum una situación equiparable a la que se vivió en Michoacán en tiempos de Peña Nieto, por el conflicto entre Los Caballeros Templarios y los grupos de autodefensa. Concentrar recursos en Chiapas, y dar resultados en algunos meses en dicho estado, también mandaría una señal importante: que a pesar de la narrativa formal de continuidad, el sexenio que viene no será una mera prolongación del actual, y que los mexicanos podemos esperar que, ahora sí, se den pasos firmes para recuperar los territorios que actualmente controla la delincuencia.

5. Retomar el trabajo con la sociedad civil. El gobierno de AMLO se dedicó a ignorar y maltratar a la sociedad civil, en seguridad al igual que en muchos otros ámbitos. Fue una decisión bastante gratuita, que por un lado afectó proyectos importantes, y que, por el otro lado, le generó animadversión al propio gobierno. Me consta que, como secretario de Seguridad en la Ciudad de México, OGH puso en marcha una política en sentido contrario, de vinculación y participación ciudadana, que contribuyó a los buenos resultados logrados durante su gestión. Retomar la relación de trabajo con los colectivos de víctimas, con las organizaciones de la sociedad civil y con las empresas afectadas por la inseguridad, también contribuiría a darnos esperanza de que, a partir de octubre, las cosas podrían cambiar.

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