Universidad Iberoamericana de Puebla y Universidad de Guadalajara.
Ojalá fuera cierto que el país está avanzando, y mejorando, y transformándose para bien. Ojalá fuera verdad que el sistema de salud ha mejorado el bienestar de los mexicanos, que el desabasto de medicinas es un invento, y que la mortalidad en México apenas fue perceptiblemente más alta debido a la pandemia. Que los muertos causados por Covid–19, directa e indirectamente, fueron proporcionalmente los mismos que en la mayoría de los países. Ojalá fuera verdad y que los cerca de 800 mil muertos en exceso a los promedios de los años previos contabilizados por diversas organizaciones sean una mentira más de las que se han intentado propagar para desprestigiar al gobierno.
Ojalá fuera verdad que los nuevos programas de estudio de primaria hubieran sido discutidos y reflexionados a profundidad, con la participación efectiva de maestros, padres de familia y expertas y expertos, y que los nuevos libros de texto respondieran a esa reflexión. Seguramente la ‘Nueva Escuela Mexicana’ preparará a los niños en sus habilidades básicas de matemáticas y lengua, en materias esenciales para funcionar en este mundo, de tal suerte que la casi ausencia de la enseñanza de las matemáticas en los nuevos libros de texto haya sido solamente una crítica infundada a la SEP y a todo el equipo comandado por Marx Arriaga. Ojalá sea cierto también que los millones de niños que abandonaron la escuela en los últimos años, impulsados en parte por la pandemia (ojo, no por la gestión de la pandemia), y que quienes continuaron sus estudios, podrán por sí mismos recuperar el aprendizaje perdido. Ojalá.
Sería estupendo que, en efecto, el ingreso de las familias hubiera crecido mucho más que lo que ha crecido la actividad económica por habitante y que, por tanto, finalmente estemos en un camino incuestionable hacia la erradicación de la pobreza. De acuerdo con las cifras de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2022 del INEGI (ENIGH), el ingreso de los hogares creció 4.6 por ciento entre 2018 y 2022, mientras que el PIB per cápita se ha reducido cerca de 5.0 por ciento. Ojalá fuera cierto. De hecho, sería maravilloso y probaría, sin temor a equivocarse, que la política social de este gobierno ha sido la más acertada y que ha logrado mucho más que los programas sofisticados y tecnocráticos del pasado, a pesar de que este gobierno, paradójicamente, ha destinado más dinero de sus programas sociales a los ricos que a los más pobres, como muestra la encuesta del INEGI.
Ojalá fuera cierto que la deuda del sector público federal fuera la misma que en 2018, como se dice en una mañanera y en otra también, y que las cifras publicadas por Hacienda sean una mentira: las cifras oficiales muestran que el saldo histórico de los requerimientos financieros del sector público han aumentado de 10.6 a 14.1 BILLONES DE PESOS entre diciembre de 2018 y junio de 2023, es decir, un 40 por ciento en cuatro años y medio (http://presto.hacienda.gob.mx/EstoporLayout/estadisticas.jsp), mientras los precios han aumentado 28 por ciento en ese periodo. Es decir, la deuda pública ha aumentado 12 por ciento en términos reales (ya descontada la inflación).
Igualmente, sería fabuloso que Pemex tuviera unas finanzas envidiables y que la reducción de sus perspectivas a “tendencia negativa” de su situación financiera por las calificadoras Fitch y Moody’s hayan sido causadas por intereses inconfesables. Ojalá así fuera y que no se tuvieran que destinar más fondos a apuntalar los “excelentes” resultados de Pemex para mantenerlo a flote, que ahora son más que lo destinado a las pensiones universales y que lo pagaremos todos los mexicanos con nuestros impuestos.
Ojalá fuera verdad que las remesas llegaran en su totalidad a las familias más pobres del país. Ojalá fuera incuestionable y, por cierto, que esos ingresos se reflejaran en la encuesta de ingresos y gastos recién publicada (en realidad la ENIGH nunca ha reflejado adecuadamente los ingresos por remesas a los hogares). En 2022 los ingresos por envíos del extranjero reportados por el INEGI no llegan ni a 6 mil millones de dólares, cuando ingresaron al país el año pasado, de acuerdo con el Banco de México, más de 58 mil millones de dólares, ¿dónde están?
Sí, ojalá sea cierto que la economía vaya muy sólida, sin nubarrones en el horizonte, lo cual se refleja en un superpeso. Nunca habíamos tenido un presidente que hubiera logrado revaluar el peso durante su sexenio. De seguir como vamos, parece que López Obrador lo va a alcanzar, como un gran triunfo gubernamental. El costo de ello (austeridad del gasto público reflejado en menor mantenimiento al Metro, falta de vacunas y medicinas, eliminación de las escuelas de tiempo completo y un largo etcétera, además de tasas de interés elevadas para detener la inflación y flujos récord de remesas, algunas ligadas al blanqueo de dinero) es nimio comparado con el orgullo de haber evitado aquello de que “presidente que devalúa, se devalúa” (José López Portillo).
Ojalá, ojalá.