He escuchado decir a varias personas que piensan que Claudia Sheinbaum ganará la elección, y que lo que realmente importa es si logrará liberarse de López Obrador; si podrá ejercer el poder con autonomía. Que lo terrible sería, en realidad, seguir bajo la ‘ley’ de AMLO y que Sheinbaum solo fuera una marioneta.
Yo no coincido con esa apreciación. Me parece que la trayectoria de Claudia Sheinbaum, sus constantes declaraciones y su desempeño como jefa de Gobierno de la Ciudad de México ya definen qué tipo de gobierno sería el que tendríamos en 2024-2030 de ganar la elección. Y ese tipo de gobierno, aun cuando se hubiera librado de la influencia de López Obrador, tendrá características que debemos considerar seriamente para decidir nuestro voto este 2 de junio.
Por ejemplo, ¿usted cree que Sheinbaum promoverá las instancias infantiles de llegar al gobierno, a pesar de que fueron impulsadas en el sexenio de Felipe Calderón? ¿Cree que reabrirá las escuelas de tiempo completo que benefician mucho más a los niños más rezagados a pesar de que ello pudiera ir en contra del modelo educativo de la llamada Nueva Escuela Mexicana que ha impulsado este gobierno? ¿Cree que si Sheinbaum llega al poder establecerá programas especiales para atender el atraso educativo causado por una pandemia mal gestionada, si no hizo nada de eso mientras fue jefa de Gobierno? ¿O cree que ahora sí creará un programa especial para los más de 250 mil niñas y niños que quedaron huérfanas al morir sus padres o madres durante la pandemia, si no hizo nada al respecto cuando fue jefa de Gobierno? ¿Su frialdad e insensibilidad ante las víctimas ahora va a cambiar si llega a la Presidencia? Como se ve, su desempeño inmediato anterior nos permite visualizar su futuro desempeño aun si tiene plena autonomía para ejercer el poder.
En otro tipo de ámbitos las respuestas son similares. En el área de salud, por ejemplo, su tratamiento de la pandemia fue de las peores, a pesar de contar con los mejores hospitales y médicos del país, a juzgar por el alto número de fallecimientos por 100 mil habitantes. Haber utilizado Ivermectina sin avisarle a la gente que se trataba de un tratamiento todavía no autorizado, habla de su ética y de su manera de gestionar la salud pública. Preguntarle a la gente en un mitin político por el sistema de salud, esperando que le contestaran que estaba como en Dinamarca, refleja qué tan lejos está de la realidad. Todo esto no tiene ninguna relación con su grado de autonomía para ejercer el poder. Así gobierna ella y así gobernaría como presidenta.
Lo mismo ocurre si nos referimos a temas como la lucha contra la corrupción, la transparencia o los derechos civiles. Ni en su gobierno ni en sus propuestas actuales contra la corrupción, se conoce de avances relevantes en la materia. Realmente no hay mejoras en la lucha contra la corrupción y su gobierno destaca por la asignación directa mayoritaria en los contratos públicos, en lugar de recurrir a licitaciones abiertas. La pérdida de información pública y su tergiversación en la Ciudad de México, como se vio con los datos de feminicidios, muestra su actitud ante el acceso a la información pública como un derecho ciudadano. Lejos de contradecir a su jefe político, ha respaldado su intención de eliminar al INAI si llega a la presidencia de la República. Finalmente, el uso faccioso que hizo de la Procuraduría de Justicia, bajo Ernestina Godoy, también muestra su poco respeto por el Estado de derecho. Su desempeño en el colapso de la línea 12 del Metro, empezando por llamarle “incidente”, la retrata de cuerpo entero como gobernante: no acepta su responsabilidad, no atiende ni empatiza con las víctimas, no hace rendir cuentas a los responsables, no hay ni justicia ni eficiencia. De nuevo, nada de esto depende de la sombra que pueda hacerle el expresidente desde Palenque. Ella lo acredita por sí misma.
Queda claro que Claudia Sheinbaum ya ha mostrado fehacientemente cómo ha actuado y permite ver cómo actuaría de llegar al poder. Como se acreditó en el primer debate, Sheinbaum miente a la cara de la gente, sin rubor ni recato, y no va a dejar de hacerlo en el futuro. Y nada de esto, nada, depende de si ‘se libera’ o no de López Obrador. Aunque lo lograra, su trayectoria, su desempeño en el gobierno y sus declaraciones e intenciones de campaña no dejan lugar a dudas. Ya sabemos cómo gobernaría el país si llegara a la Presidencia.