Si resultan correctos los pronósticos del FMI, al término de 2022, es decir, cuando la administración de AMLO haya concluido su cuarto año, el Producto Interno Bruto (PIB) de nuestro país estará 1.1 por ciento por abajo del nivel con el que comenzó este gobierno.
En particular en este año, aunque el crecimiento previsto de 5 por ciento será el más alto en mucho tiempo, aún nos dejará 3.9 por ciento por abajo del nivel previo a la pandemia.
La historia será muy diferente para el conjunto de la economía mundial y de algunos países en lo individual.
El PIB global cayó 3.3 por ciento el año pasado. Se estima que en este 2021 crezca 6 por ciento, la tasa más elevada en casi medio siglo. Por ello, cuando concluya el año, estaremos 2.5 por ciento arriba del nivel prepandemia.
En el caso de Estados Unidos, el resultado será parecido pues se terminará el primer año de la administración Biden con un nivel 2.7 por ciento superior al que teníamos antes que estallara la crisis sanitaria.
El caso de China, la segunda economía más grande del mundo, es espectacular. Se trata del único entre los países con peso productivo relevante que no cayó el año pasado, sino que creció en 2.3 por ciento.
Con el crecimiento de este año, terminará 2021 con 10.9 por ciento por arriba del nivel que tenía antes de la pandemia.
Otras regiones del mundo que no podrán recuperar el nivel previo al Covid-19 son Europa, que estará 2.5 por ciento por abajo y América Latina en su conjunto, que terminará 2.7 por ciento por abajo.
Pero, como usted podrá ver si compara las cifras anteriores, entre las grandes economías del mundo, nuestro país estará entre las que habrán tenido un peor desempeño económico en este par de años.
¿Cuál es la razón o las razones que explican que nos quedemos a la zaga en el mundo?
Se trata de una combinación. El pobre desempeño en la gestión de la pandemia, que nos convierte en una de las naciones más afectadas, y la ausencia de políticas públicas orientadas a mitigar el impacto negativo de la enfermedad en la economía.
Los países más exitosos lograron al menos destacar en alguno de estos dos aspectos. China, por ejemplo, aprovechó su régimen autoritario para frenar rápidamente la propagación del SARS-CoV-2 y logró, ya en el segundo trimestre del año pasado, regresar a una relativa normalidad. Es decir, no requirieron la vacuna para contener la enfermedad.
En el caso de Estados Unidos, hubo una pésima gestión de la pandemia durante la administración de Trump, pero una rápida respuesta de medidas económicas para mitigar el impacto económico. Y ahora desarrollan el mayor programa de vacunación del mundo y han consolidado una estrategia que ya puede equiparase por su dimensión al Plan Marshall, pero ahora para la propia economía de EU.
A lo largo de estos años, en México no solo se ha destruido una gran cantidad de valor, sino que se han perdido extraordinarias oportunidades.
Es un hecho que el ‘hubiera’ no existe. Pero el ejercicio de imaginar la realidad si las acciones que emprendimos como país hubieran sido otras es útil para poder aprender.
Simplemente considerando que la economía mexicana se hubiera comportado igual que la brasileña –que no es la mejor referencia, por cierto, pero solo como ejercicio–, el costo de estos dos años sería de 0.5 por ciento en el PIB en lugar de la caída de 3.9 puntos.
Si se cuantifica esa diferencia, de 3.4 puntos en términos del valor que la SHCP estima para este año, estaríamos hablando de 860 mil millones de pesos aproximadamente.
Y esto es apenas un comparativo con un caso poco afortunado.
Tras dos años, pese al crecimiento de este 2021, la economía mexicana va a quedarse a la zaga en el mundo. Es un hecho.
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