¿Qué está pasando realmente con el precio de las gasolinas en México? ¿Es cierto que no se ha incrementado por arriba de la inflación o tenemos un ‘gasolinazo’ no reconocido oficialmente?
Van los hechos y posteriormente revisamos lo que implican.
1.- El tamaño del alza del precio de las gasolinas depende del punto de comparación. Allí está todo. De acuerdo con los datos del Inegi, entre noviembre del año pasado y el término de marzo de este año, la gasolina de bajo octanaje (la que se conoce popularmente como Magna), que es la más consumida, incrementó su precio en 14.5 por ciento.
Pero, si el punto de comparación es el cierre de noviembre de 2018, es decir, el último mes del sexenio de Enrique Peña, entonces el incremento es de 2.6 por ciento.
En el corto plazo se observa un alza acelerada, pero en el largo plazo, es un hecho que en este sexenio el precio de la gasolina ha subido mucho menos que la inflación.
2.- Los precios internacionales de las gasolinas se han disparado.
De noviembre a la fecha, el precio de las gasolinas en los mercados de materias primas de EU subió en 94 por ciento. Y si ese comparativo se realiza contra noviembre de 2018, al final del sexenio pasado, de todas maneras, hay un incremento de 38 por ciento.
3.- Una parte sustancial de las gasolinas que consumimos, la importamos.
El año pasado importamos 68 por ciento de las gasolinas que consumimos. En este año ha sido 59 por ciento. Esto significa que los precios que tienen que pagarse por las gasolinas que se venden al público han subido mucho más que el precio final de venta.
4.- El menor incremento de los precios finales se ha conseguido a través de una menor carga fiscal respecto a la presupuestada originalmente. Esto ha sido claramente visible en el curso de este año, pues se han aplicado incentivos fiscales de manera regular y el IEPS a gasolinas y diésel está casi 20 por ciento por abajo del nivel del año pasado para el periodo de enero y febrero.
Sobre la base de los datos anteriores veamos algunas conclusiones.
1.- En contra de lo que muchos críticos piensan, el presidente López Obrador sí ha cumplido su compromiso de que no se incrementen los precios de las gasolinas por arriba de la inflación a lo largo de su sexenio. La oferta no fue que nunca se incrementaran los precios, sino que no lo hicieran en términos reales durante su mandato. Creo que si se quiere criticar una política, como lo hacemos frecuentemente en este espacio, hay que hacerlo sobre la base de datos reales y no recortando las cifras a conveniencia.
2.- La política de contención de los precios de los combustibles ha tenido costos fiscales, pues ha implicado el sacrificio de ingresos por parte de la Secretaría de Hacienda. Como todos los análisis que se han hecho al paso de los años, han demostrado que los subsidios a los precios de las gasolinas son altamente regresivos, es decir, incrementan la desigualdad, pues los reciben en mayor proporción los estratos de mayores ingresos. Pero, en este sexenio, eso no ha importado.
3.- Independientemente del efecto económico real que tenga la política de incentivos fiscales a los combustibles, la consideración más importante detrás de las decisiones en la materia es de carácter político-electoral. AMLO sabe perfectamente que el precio de la gasolina tiene en México un efecto simbólico. Algo parecido a lo que sucede con la paridad del peso frente al dólar.
Y evitar que se disparen los precios de las gasolinas, aunque sea ineficiente en términos de política económica o social, tiene un valor en votos que no va a perder el gobierno.
Así, que, al costo que sea, los precios seguirán contenidos a través de los IEPS y de las presiones sobre los distribuidores y comercializadores.
También por eso va la reforma a la Ley de Hidrocarburos.
Seguiremos con el tema.