Ayer, por primera vez desde el pasado 21 de enero, la cotización del peso frente al dólar se volvió a ubicar por debajo de 20 pesos. La cotización de cierre al mayoreo fue de 19.93.
Cuando el tipo de cambio llegó el pasado 8 de marzo a 21.49 por dólar en el mercado interbancario, algunos pensaron que jamás veríamos de nuevo un dólar por debajo de 20 pesos.
La razón es que se percibía que la amenaza de un alza en las tasas de interés de Estados Unidos era tan clara que habría un movimiento de los portafolios hacia el dólar y, por lo tanto, una venta masiva de activos en pesos que deprimiría el valor de nuestra moneda.
Incluso, el hecho de que en las primeras semanas del año estuvieran saliendo recursos de inversionistas foráneos daba sustento a esa previsión.
Pues, por lo pronto las cosas están siendo diferentes.
El pulso que los mercados jugaron con la Reserva Federal de Estados Unidos y que llevó el rendimiento del Bono del Tesoro a 10 años a un máximo de 1.74 por ciento en el curso de marzo, ya cambió de tendencia.
La cotización ya está en 1.57 por ciento, con tendencia a la baja.
Con este cambio, las monedas de los mercados emergentes se han fortalecido y nuestro peso regresó a una cotización como la de ayer.
Pero, cuidado, esto no significa el regreso del llamado ‘superpeso’.
En buena medida, ese movimiento es reflejo de lo que pasa en el mercado financiero norteamericano, que vive una circunstancia inédita.
Por una parte, la emisión sin precedente de dólares por parte de la Reserva Federal tiene como resultado una presión a la baja en las tasas.
Había quien se asustaba de que el rendimiento del bono estuviera por arriba de 1.7 por ciento, cuando apenas en 2018 estaba en 3.15 por ciento.
Pero, por otra parte, el temor a la inflación es real. La inflación de marzo, de 0.6 por ciento respecto a febrero, fue la más alta desde junio de 2009.
Esa presión sobre los precios existe y podría acentuarse en la medida que la recuperación económica adquiera fuerza.
Sin embargo, las autoridades monetarias de EU han reiterado una y otra vez que no moverán las tasas.
Para nuestro país, la estabilidad cambiaria es una buena noticia. Lo es para quienes compran bienes y servicios valuados en dólares; lo es también para los que tienen deudas en esa moneda. Y los exportadores, que podrían ser los perdedores en la ecuación, tendrán una demanda creciente de sus productos y servicios por la recuperación de la economía de Estados Unidos.
Así que, en el balance, hay saldos positivos de la estabilidad cambiaria.
Pero, no hay que engañarse, el mercado sigue incierto y no es improbable que tengamos fluctuaciones en el futuro.
Así que no, no es el regreso del ‘superpeso’.
Pero, entre que son peras o son manzanas, tenga la certeza de que la recuperación de nuestra moneda va a ser un tema que aparezca cualquier día de estos en las ‘mañaneras’.
Como el asunto de las remesas, este es uno de los focos de atención favoritos del presidente de la República.
Y, en ese sentido, AMLO tiene un instinto correcto, porque para mucha gente, la paridad del peso frente al dólar es más que una variable financiera que, por cierto, se determina en gran medida fuera de nuestras fronteras.
Se trata, para muchos, de un símbolo del estado de la economía. Por eso, el regreso a los 19, no va a ser desperdiciado.
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