A lo largo del día de ayer se debatió en diversos foros respecto al artículo de portada de The Economist sobre el presidente López Obrador.
A mi parecer, una de las claves para entender la razón por la cual los editores de The Economist decidieron darle la portada al presidente mexicano puede ubicarse en el último párrafo del texto.
Dice lo siguiente:
“Estados Unidos necesita poner atención. A Donald Trump no le interesó la democracia en México. El presidente Joe Biden debe dejar claro que a él sí. Pero, debe tener mucho tacto. Los mexicanos son comprensiblemente alérgicos respecto a las presiones de su gigantesco vecino. Pero, Estados Unidos no debe cerrar los ojos respecto al sigiloso autoritarismo de su patio trasero. De la misma manera que envía vacunas incondicionalmente, Biden debe enviar también discretas advertencias”.
¿Quiénes son los lectores de The Economist? La élite internacional. Se trata de líderes políticos, directivos empresariales, analistas y académicos en muy diversos lugares del mundo.
La posición editorial de la revista ha sido consistentemente crítica a AMLO desde que era candidato. Ni lo ha ocultado ni la ha modificado.
Y precisamente por ello, está tratando de emitir una advertencia a esa élite respecto a las tendencias autoritarias del gobierno mexicano, y lo que, a su juicio, hasta ahora ha sido una cierta indiferencia del gobierno de Biden.
No es casual que esta portada y este texto se presenten una semana antes de las elecciones y de la visita que hará la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, a México.
Hace poco me preguntaban en un foro si pensaba que Harris vendría a supervisar los resultados del proceso electoral en nuestro país.
Obviamente no vendrá a eso.
La vicepresidenta tiene otras preocupaciones. El gobierno de Biden sabe que en la crisis migratoria tiene uno de sus principales retos y que, si falla en él, corre el riesgo de que en 2022 los electores lo castiguen y pierda posiciones o quizás incluso la mayoría en la Cámara de Representantes, lo que limitaría fuertemente su capacidad política para implementar una ambiciosa agenda económica y social.
Harris está buscando la cooperación del gobierno mexicano para atender esta crisis y le aseguro que tendrá muy poco interés en el fondo de los temas electorales.
Justo por ello, The Economist trata de advertirle al gobierno de Biden que no cometa el error que, a su juicio, cometió Trump.
Pero también expresa el cuidado que debe tener el gobierno norteamericano en caso de que decida expresar sus preocupaciones, pues si López Obrador encuentra que puede documentar presiones del gobierno de Estados Unidos, puede usarlas para denunciar el intento de “intervención yanqui” y fortalecer así su posición, ya que habría segmentos amplios de la ciudadanía que, aun sin estar de acuerdo con algunas políticas de AMLO, lo respaldarían para enfrentarse a presiones norteamericanas.
La polarización que caracteriza desde hace un tiempo a la sociedad mexicana, acentuada en la pandemia, sesga los juicios.
En las redes sociales vimos el día de ayer quienes festejaban la portada de The Economist como si fuera el triunfo electoral. Y los que respaldan a AMLO vieron una auténtica conspiración mundial de los conservadores, que sienten amenazados sus privilegios.
Ni una cosa ni otra.
Quienes en México son lectores de The Economist simplemente coincidieron con lo apuntado, que por cierto se lee con frecuencia en la prensa mexicana. Y me temo que los partidarios del gobierno confunden la decisión de un consejo editorial con una conspiración interplanetaria.
Por eso le apunto, ¿se hará eco el gobierno norteamericano de la advertencia de la revista –y de diversos círculos en México y en EU– o seguirá actuando pragmáticamente para asegurarse de contar con la cooperación de AMLO para las políticas domésticas de EU?
Pronto lo veremos.
Consulta más columnas en nuestra versión impresa, la cual puedes desplegar dando clic aquí