Que siempre no. Mario Delgado, el presidente de Morena, señaló que ante la diversidad de planteamientos en materia electoral, la reforma constitucional propuesta por el presidente de la República podría dejarse para después de 2022.
Bueno, la verdad es que en realidad, no hay siquiera certeza de que pueda haber alguna reforma electoral, aunque en incontables ocasiones el presidente López Obrador haya expresado su inconformidad con la composición de los órganos electorales en México, en particular con el Consejo General del INE y con los magistrados de la Sala Superior del Tribunal Electoral Federal (TEPJF).
Más allá de lo que diga el líder de Morena, la composición de las cámaras del Congreso no permite que pueda procesarse una reforma constitucional sin un cierto grado de consenso que, además de Morena y sus aliados, involucre por lo menos también al PRI.
Sin embargo, considerando que hasta el momento el bloque opositor ha logrado mantenerse unido en la discusión de estas temáticas, lo más probable es que no solo se necesitará al PRI sino también a los otros partidos del bloque, el PAN y el PRD.
Apenas la semana pasada los magistrados del TEPJF eligieron a Reyes Rodríguez como su presidente hasta octubre de 2024, por lo cual a su presidencia le tocará juzgar el proceso electoral en el que se elegirá presidente de la República en 2024.
En el caso del INE, no es así, cuatro consejeros electorales, entre ellos el consejero presidente, Lorenzo Córdova, dejarán su posición en abril de 2023, por lo cual será un consejo con un perfil diferente y un nuevo presidente el que se haga cargo de la próxima elección presidencial.
Pero Morena y sus aliados tampoco tendrán la capacidad de definir a los nuevos integrantes del Consejo ya que su elección en la Cámara de Diputados requiere de mayoría calificada, con la cual no cuenta Morena.
Tal y como se percibe el ambiente político hoy, no existen las condiciones para pensar en un reemplazo inmediato ni de los consejeros del INE ni de los magistrados del TEPJF, pese a que no sean del agrado del presidente de la República ni de los líderes de Morena.
Hasta ahora, todo indicaría que los relevos vendrán con los calendarios que ya están definidos y deberán tener el consenso de las diversas fuerzas políticas.
Sin embargo no es imposible, aunque es poco probable, que sí tengamos una reforma electoral negociada por consenso.
Entre diversas fuerzas políticas existe la percepción de que son excesivos los controles que la ley ha previsto en pasadas reformas y que deben flexibilizarse.
No es imposible que una reforma de consenso sí pueda prosperar en algún momento de 2022.
El próximo año tendremos elecciones para gobernador en seis estados de la República: Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas.
Cuatro de los estados en juego son gobernados por el PAN, que en algunos casos llegó con respaldo de otras fuerzas políticas, y otros dos por el PRI.
Salvo que hubiera sorpresas, de nueva cuenta, el gran ganador del próximo año sería Morena.
Los procesos electorales comienzan desde este mes, en Tamaulipas y Oaxaca; en octubre, en Aguascalientes y Quintana Roo; en noviembre en Durango y en diciembre en Hidalgo.
Estas contiendas seguramente se regirán con las reglas vigentes.
Como está el ambiente político hoy y como se perfila para los próximos meses, creo que la reforma electoral será –afortundamente– solo otro deseo frustrado del presidente López Obrador.
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