La perspectiva económica para el cierre de 2021 y la primera parte de 2022 tiene dos tonalidades.
Por un lado, hay una parte en la que podemos ser optimistas.
Pareciera que el avance del proceso de vacunación, así como el incremento en los gastos de consumo de la población anticipan un último trimestre del año con un desempeño favorable en la mayor parte de los indicadores que tienen que ver con el mercado interno.
Por ejemplo, los datos de consumo que registra el Grupo BBVA, a través del uso de sus tarjetas, indican un crecimiento al cierre de septiembre de 20 por ciento a tasa anual.
Esto se presenta tanto en compras en tiendas como en consumos de restaurantes o en gastos de hospedaje. De no haber factores que alteren la tendencia, el consumo seguirá hacia arriba.
Pareciera que el efecto negativo que tuvo la tercera ola está quedando atrás.
Otro de los indicadores oportunos que pueden observarse es el de la movilidad. De acuerdo con los datos que ofrece el gobierno de la Ciudad de México, por ejemplo, en el caso del tráfico vehicular, desde septiembre hay días en los cuales su volumen ya está por arriba de los niveles previos a la pandemia.
En otras ciudades de la República, como Guadalajara y Monterrey, la tendencia es todavía más clara, de acuerdo con los datos de Apple Mobility Trends.
Esto nos permite anticipar un desempeño favorable en la etapa en la cual se presenta la coyuntura de mayores ventas en el año. Seguramente comenzará con un desempeño positivo durante El Buen Fin y cerrará también con indicadores favorables en las compras navideñas.
Sin embargo, no todo son buenas noticias. En el ámbito del comercio exterior y las exportaciones, los problemas están a la orden del día.
El caso más notorio es el de la industria automotriz. Las cifras de exportaciones de vehículos en septiembre registraron una caída de 24 por ciento y la producción total un retroceso de 33 por ciento.
Toda la cadena del sector del automóvil está siendo afectada por los problemas graves de suministro que se registran en el mundo entero y que no van a tener una solución en lo que resta de este año ni tampoco en los primeros meses de 2022, así que es probable que las exportaciones manufactureras de México continúen resintiendo los efectos de esta problemática.
Adicionalmente, también hay que poner sobre la mesa el incremento en los precios de la energía.
Más allá del debate en torno a la reforma eléctrica, existe una tendencia marcada al incremento en los precios del petróleo, el gas natural, del gas LP e inevitablemente tendremos alzas en la electricidad.
Sume a esto la tendencia alcista que ya se presentó en los metales, así como en productos agropecuarios.
Es decir, las presiones en materia de costos para muy diversos productores van a continuar y es probable que sigan empujando hacia arriba a la inflación en los últimos meses de 2021.
De hecho, los pronósticos indican un invierno especialmente frío en el hemisferio norte, lo que probablemente incremente la demanda de energía y sea otro factor que incida sobre el nivel de precios.
Es probable que en este año también veamos el comienzo del proceso de reducción de las inyecciones de liquidez que realiza la Reserva Federal y otros bancos centrales.
A las tendencias en materia comercial y productiva que hemos descrito, hay que sumar también el riesgo de que nos enfrentemos a una coyuntura de nerviosismo financiero derivado del cambio en la política monetaria de EU.
Así que, como ve usted, la perspectiva económica es compleja y más allá de algunas buenas noticias, nos espera un cuarto trimestre bastante turbulento.
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