Si no hay sorpresas, en el momento en el que usted esté leyendo este texto (salvo que sea muy madrugador) el Inegi ya habrá dado a conocer que el Producto Interno Bruto (PIB) del tercer trimestre retrocedió respecto al nivel que tuvo en el segundo trimestre.
La contracción es inesperada. Al comenzar este año, la mayoría de los expertos anticipaba que la recuperación económica se moderaría al paso de los meses, pero prácticamente nadie consideraba que se fuera a dar una caída.
El retroceso podría ser del orden de 0.5 a 1.0 por ciento entre un trimestre y otro, aunque las cifras a tasa anual mantendrán un crecimiento de alrededor de 5.5 por ciento o poco más.
¿Qué fue lo que ocurrió en la economía que no fue anticipado por los analistas y que ahora causa este sorpresivo retroceso?
No se trata de un solo factor sino de, al menos, la suma de tres ingredientes: el efecto de la reforma del outsourcing en el valor generado por el sector servicios; los impactos del problema de suministro de chips en la industria automotriz, y el freno del consumo que produjo la variante delta.
Veamos cada uno de estos elementos por separado.
1.- El impacto del outsourcing.
Los datos ofrecidos por el Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) de agosto señalan que el subsector de los servicios que incluye las actividades de apoyo a las empresas retrocedió en 31.4 por ciento respecto al nivel de julio y en 39.5 por ciento respecto al mismo mes del año pasado.
Fue tan severo el impacto que el sector terciario de la economía, que incluye comercio y servicios, retrocedió en agosto en 2.5 por ciento contra julio, sobre todo por este factor.
La explicación plausible es que reflejó la caída de la actividad de las empresas que ofrecían servicios de outsourcing.
Cifras como la que ayer se dio a conocer, el índice global de personal en las actividades económicas, y que retrocedió en agosto en 0.4 por ciento respecto al mes previo, deja la duda de si realmente fueron asimilados por las empresas la mayoría de los que dejaron de estar contratados por outsourcing. Si se trata de un tema de registro, las cifras tendrían que compensarse en los siguientes meses. Pero, la duda queda y por lo pronto se registró una afectación severa sobre la actividad económica.
2.- Los problemas con la cadena de suministro.
Aunque la escasez de chips no es el único problema relacionado con la cadena de suministro, ni la industria automotriz es el único sector que lo resiente, sí se trata del que más ha sufrido. La caída anual de 27.1 por ciento en la producción de vehículos ligeros en el tercer trimestre del año es una muestra del impacto de este freno. La actividad manufacturera en su conjunto mostró un estancamiento en ese periodo, al que también contribuyeron los problemas logísticos del transporte marítimo y ferroviario.
Por cierto, la escasez de chips no se resolverá en el corto plazo y seguirá afectando negativamente a la industria, por lo menos hasta el primer semestre del próximo año.
3.- El freno del consumo privado.
Desde mayo se percibe un estancamiento del consumo privado en México, que está asociado de modo significativo con la tercera ola de contagios de Covid dominada por la variante delta. Este hecho se ha reflejado también en el comportamiento de las ventas minoristas, que alcanzaron su mayor nivel en esta recuperación en marzo, y a partir de entonces han mostrado una leve tendencia a la baja. Quizá los volúmenes crezcan en el último trimestre tanto por razones estacionales como por la consistente reducción de los contagios que hemos observado en el país, pero por lo pronto, en el tercer trimestre no lo hicieron.
Dependiendo del tamaño de la caída del PIB que se haya informado, lo más probable es que sean revisadas a la baja la mayoría de las estimaciones respecto al crecimiento económico en este año, que probablemente se coloquen ligeramente por debajo de 6 por ciento en lugar de la cifra de 6.3 por ciento esperada por el Paquete Económico para 2022.