Nos faltan ya solo dos meses para concluir 2021 y a estas alturas del año quisiéramos trazar con certeza cómo será el cierre de año y el arranque del próximo, pero las incertidumbres persisten.
Ayer, el Banco de México dio a conocer la encuesta mensual que realiza entre especialistas del sector privado a los cuales les pide que anticipen sus escenarios.
El resultado fue que, en términos generales, mantienen una posición relativamente optimista en materia de actividad económica.
Pese a la caída del PIB en el tercer trimestre, el consenso estima que al cierre de 2021 tendremos un crecimiento promedio anual de 6 por ciento.
Esto significaría que en el cuarto trimestre tendríamos un crecimiento a tasa anual de 3.4 por ciento.
El rubro en el que ha surgido una mayor preocupación en las últimas semanas es sobre todo en la inflación.
La expectativa de los expertos es que terminemos este año con un nivel de 6.6 por ciento, el cual más que duplicaría el 3.15 por ciento al cierre del año pasado.
Igualmente se estima que la inflación permanecerá relativamente elevada en 2022 y concluiremos el próximo año con un 3.9 por ciento.
En materia de tipo de cambio, los especialistas también se mantienen relativamente optimistas, pues consideran que al final de diciembre se ubicaría nuestra moneda en 20.38 por dólar en promedio mientras que al término de 2022 estará apenas por arriba de 21 pesos.
Esto quiere decir que no consideran que vayamos a tener sobresaltos mayores cuando se normalice la política monetaria de Estados Unidos.
En este rubro, creo que hay demasiada confianza. La experiencia nos ha mostrado que siempre es muy complicado regresar a la normalidad monetaria sin crear sobresaltos.
El día de ayer, el dólar se encareció contra diversas divisas, de manera notoria frente a nuestro peso y cerró en 20.82, sobre todo por la incertidumbre que existe respecto a la decisión que se anuncia mañana miércoles por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos, así como por las señales de freno económico que surgieron el viernes pasado.
En 2011, cuando la Reserva Federal anunció la normalización de la política monetaria después de la crisis de 2009, el tipo de cambio del peso frente al dólar subió de 12.48 al comenzar septiembre hasta un nivel de 13.97 al comenzar octubre, es decir, casi 12 por ciento en un mes.
La Reserva Federal aprendió de la experiencia que produjo ese tipo de reacciones en el mundo; sin embargo, por más aprendizaje que haya, la realidad es que siempre es muy complicado hacer ajustes tan fundamentales en la política monetaria sin crear desórdenes en los mercados financieros.
No sé si cerraremos 2022 con un dólar de sólo 21 pesos, pero lo que estoy seguro es que tendremos fluctuaciones que en algunos momentos lo van a colocar por arriba de ese nivel.
En las expectativas de los expertos hay también un tema cualitativo que no sale a relucir de manera explícita, pero que flota en el ambiente.
Se trata de las implicaciones que tendría la reforma en materia eléctrica.
El escenario extremo es aquel en el cual la reforma es aprobada por el Congreso sin ninguna modificación, y en el otro lado está también la posibilidad de que no pase en absoluto.
Sin embargo, también existe el escenario de que pueda pasar con algunos ajustes.
En el primer caso es probable que la inversión se impactara de manera negativa y que probablemente produjera una reducción sensible en el ritmo del crecimiento de la economía para el próximo año.
En el segundo caso quizás se pudieran mantener los escenarios previstos hoy por los expertos, con un crecimiento del PIB cercano a 3 por ciento para 2022.
En el tercer caso todo dependería de qué se le modifique a la iniciativa.
Con esta consideración quiero decirle que todavía hay diversos factores que no están claros y que probablemente puedan incidir de modo inesperado en el comportamiento de las variables económicas para 2022, un año que todavía encierra gran incertidumbre.
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