El día de ayer, el Inegi dio a conocer el resultado oportuno de la actividad económica global al mes de octubre y se pudo apreciar que tuvimos un crecimiento de 0.6 por ciento respecto a septiembre y de 1.9 por ciento frente el mismo mes del año pasado.
Hay que recordar que en el tercer trimestre del año la actividad económica retrocedió respecto al segundo. De modo que el resultado positivo de octubre pareciera indicar que en el último trimestre de este 2021 se ha empezado a recobrar la tendencia a la recuperación económica.
En octubre aparece ya un crecimiento de 1.1 por ciento de la actividad industrial luego del fuerte declive de –2.7 por ciento en septiembre.
Y también se refleja un alza mayor que el mes previo en la actividad del sector terciario, es decir, del comercio y los servicios.
La información resulta consistente con los datos que se observaron en el reporte de la ANTAD de octubre, en donde se reportó un crecimiento a tiendas comparables de 11.6 por ciento en términos nominales, lo que significa un alza real de alrededor de 5 por ciento.
Las estimaciones preliminares del desempeño de las ventas durante el Buen Fin también indican un crecimiento aproximadamente del mismo orden respecto a esta campaña comercial el año pasado.
Pareciera entonces que se están presentando dos fenómenos simultáneos en el curso de este último trimestre.
El primero es la recuperación de la actividad comercial, luego del declive que se registró en meses anteriores, producto del impacto de la variante delta, así como del efecto que tuvo el cambio de reglas en materia de outsourcing.
Lo segundo es una recuperación de la actividad industrial, que en septiembre fue afectada negativamente por los problemas de suministro que todavía persisten a nivel internacional.
Sin embargo, esto no quiere decir que la economía vaya a crecer más que lo que ya se anticipaba. Si el PIB de todo el año llega al 6 por ciento, esto implicaría que en el cuarto trimestre habría un crecimiento de alrededor de 1 por ciento respecto al tercero.
Parece poco, pero al menos se recuperaría la tendencia positiva.
¿Cuál puede ser la evolución de la actividad económica en los primeros meses del próximo año?
Para responder a esta interrogante, hay que poner sobre la mesa dos órdenes de factores.
El primero es el ambiente interno, relacionado sobre todo con la gobernanza y las políticas públicas.
De progresar la reforma eléctrica y conseguir los votos necesarios para ser aprobada por el Congreso en los primeros meses del próximo año, podría darse una circunstancia de incertidumbre que le pegaría nuevamente al crecimiento de la economía.
Otro de los factores que pueden incidir negativamente es la conflictividad política. Por ejemplo, si la contienda entre el gobierno y el INE se encona y se percibe una amenaza a la estabilidad de las instituciones electorales en México, tampoco descarte un crecimiento de la desconfianza que afectaría negativamente la actividad productiva.
El otro factor que incidirá en el desempeño económico de la primera mitad de 2022 será lo que ocurra con los temas de suministro, así como la forma en que se ejecute la normalización de la política monetaria en Estados Unidos.
Si la Reserva Federal logra mantener la credibilidad y el mercado no la obliga a un ajuste abrupto de tasas, entonces será factible que veamos que se mantiene el orden en los mercados financieros.
Si no es así, entonces quizá lo que veríamos es una situación de movimientos abruptos de capitales que pudiera pegarle a la estabilidad interna de nuestro país.
En el caso de los suministros, si la regularización, aun siendo gradual, avanza de manera clara, también veremos que las exportaciones manufactureras recuperan su paso.
Como ve, aún no está claro si el buen desempeño económico que se apunta en el último trimestre se extenderá a 2022.