Coordenadas

Los bancos quieren compensar el mercado que se les cayó durante la pandemia

Una nueva variante del COVID-19 impacta los mercados financieros y al petróleo.

Los mercados financieros nuevamente están en medio de la turbulencia.

Las bolsas de valores de casi todo el mundo se vinieron para abajo el viernes pasado.

El petróleo tuvo uno de sus más grandes descalabros en muchos meses y el WTI retrocedió 13 por ciento.

Las divisas de la mayor parte de países emergentes tuvieron fuertes caídas. Nuestro peso se depreció en más de 2 por ciento al mayoreo y llegó casi a 22 por dólar.

Detrás de esa reacción estuvo la difusión del impacto de una nueva variante del virus COVID-19 a la cual la Organización Mundial de la Salud denominó “omicron”.

Detectada principalmente en algunos países africanos, la singularidad de esta variante parece ser su capacidad de transmisión y la posibilidad de que las mutaciones detectadas hagan más factible el riesgo de reinfección o incluso que exista la posibilidad de que pueda burlar la protección que hoy ofrecen las vacunas frente a otras variantes.

No lo sabemos aún y habrá que esperar todavía algunas semanas para tener mejor información. La aparición de esta nueva cepa se da en el contexto de una intensa cuarta ola de contagios sobre todo en Europa.

El número de nuevos contagios diarios en esta región rebasa ya los 360 mil y es el mayor desde el comienzo de la pandemia. Creció ya en 185 por ciento respecto al último día de septiembre.

La nueva cepa generó ya nuevas restricciones de viajes en muy diversos países, incluyendo Estados Unidos. La situación de pánico en los mercados financieros derivó principalmente de la incertidumbre, del hecho de que no sabemos a ciencia cierta cuál puede ser el potencial de contagio y la gravedad de la enfermedad que pueda propiciar esta variante.

Como se ha dicho en diversas ocasiones, no conocemos todavía lo suficiente de este virus para saber cuál es su capacidad de modificarse y en qué medida se va a requerir de un esfuerzo de vacunación semejante al que, por ejemplo, se realiza con la influenza, que debe renovarse anualmente.

Si la variante omnicrom obliga a un nuevo ciclo de vacunación ante la posibilidad de qué se aceleren los contagios, habrá que revisar de modo completo las perspectivas internacionales, pues es probable que se interrumpa la robusta recuperación económica que se está observando en muchos lugares del mundo.

Si tiene alta capacidad de transmisión, la variante probablemente llegue a todas partes, incluido México. Y esto nuevamente es una lección que deja ver que mientras los índices de vacunación no sean elevados de modo generalizado en el mundo, incluidos los países pobres, existe el riesgo de que incluso en las naciones desarrolladas, en las cuales hay un porcentaje elevado de personas vacunadas, pueda difundirse una variante que surge en otras regiones.

Lamentablemente, no ha existido la convicción de que, al igual que en temas como el cambio climático, si no hay una reacción global, que perciba que debe haber medidas de carácter mundial y no solo nacional, seguiremos con el riesgo de nuevas olas y nuevas variantes.

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