El día de ayer el Inegi confirmó lo que ya se dibujaba desde semanas atrás: la economía mexicana nuevamente está en un proceso de desaceleración.
Al anticipar la actividad económica de octubre y noviembre, el Instituto calcula que el crecimiento a tasa anual fue de apenas 1.2 por ciento.
Si este fuera el resultado también en diciembre, entonces el PIB de 2021 habrá crecido a una tasa anual promedio de 5.7 por ciento.
Ese resultado ocultaría enormes contrastes a lo largo del año.
Mientras que en el segundo trimestre el rebote fue de casi 20 por ciento, en el tercero ya se observó una desaceleración al llegar a 4.7 por ciento y en los últimos tres meses del año el crecimiento habría sido mucho más limitado, de apenas 1.2 por ciento.
Aun suponiendo que la tasa de diciembre es de 2 por ciento, el resultado trimestral sería de 1.5 por ciento y el anual sería prácticamente el mismo.
Sobre la base de estas cifras, ¿qué se puede proyectar para 2022?
Difícilmente se podrán mantener tasas de crecimiento como la Secretaría de Hacienda anticipó en el Paquete Económico para el próximo año, en el que considera un crecimiento superior a 4 por ciento.
De hecho el consenso, aun antes de conocer la cifra de noviembre, era de un crecimiento de 2.8 por ciento para el préximo año, de acuerdo con la encuesta entre especialistas del Banxico que fue publicada el viernes pasado.
Al margen de la cifra, tendremos un comportamiento desigual, en el cual las exportaciones habrán de seguir creciendo mientras que los sectores que tienen que ver con el mercado interno avanzarán de manera más lenta.
Con el efecto de la variante ómicron, que nuevamente está generando problemas para la movilidad internacional, no se observa algún otro ingrediente que permita pensar en una recuperación más rápida de la actividad económica.
Las diferencias entre los sectores también se expresarán en diferencias entre las regiones.
Los estados en donde la industria exportadora tiene su base, como el norte de la República así como una parte del Bajío, seguramente mantendrán dinamismo, empujado por la economía estadounidense.
Aunque es probable que también se modere el crecimiento en Estados Unidos, de allí seguirá proviniendo el principal impulso para el crecimiento en nuestro país.
El sector turístico está ya en proceso de recuperación, particularmente los destinos asociados a viajes internacionales. Pero será también de los que probablemente padezcan el impacto de la nueva variante, a partir de que las restricciones impuestas bajen nuevamente el flujo de visitantes, sobre todo en los primeros meses de 2022.
En el caso del mercado interno, frente a una inflación que estará cerca de 8 por ciento anual al término de este año, veremos una caída significativa en el poder de compra de los salarios, lo que será un factor que limite la demanda. De esta manera, el sector terciario de la economía sufrirá, y con ello metrópolis como la Ciudad de México tendrán también un impacto negativo.
En los siguientes días y semanas probablemente observemos una revisión a la baja en los estimados de crecimiento para 2022.
Este panorama no toma en cuenta el efecto negativo que podría ejercer la reforma eléctrica, en caso de que esta iniciativa prosperara en el Congreso.
Si, contra todos los pronósticos, esta iniciativa saliera adelante, baje usted al menos un punto en el estimado de crecimiento de 2022.
Y, si estuviera cerca de cero, no se asombre.