¿Cuánto va a costar la invasión rusa a Ucrania y quién va a pagar esos costos?
No se trata solamente del gasto militar en el que, tanto Rusia como Ucrania, van a tener que incurrir; no es solo la destrucción material que va a padecer Ucrania como producto de los bombardeos y demás ataques; no se trata solo del inconmensurable sufrimiento humano que estos van a producir. Hay más.
Se trata de un costo económico que va a tener quizá proporciones que ahora ni imaginamos.
Le pongo como ejemplo lo que ya ha sucedido en los mercados de valores. La crisis de Ucrania ha sido de los factores que más ha preocupado este año a los mercados accionarios. El New York Stock Exchange ha perdido en 2022 una cifra superior al 8 por ciento. Esa cifra equivale 2.2 billones (trillions) de dólares en el valor de capitalización de las acciones.
No se trata de una pérdida abstracta, sino de la depreciación de los fondos invertidos, muchos de ellos, por cierto, por personas que están ahorrando para su jubilación.
El Nasdaq se ha depreciado en más de 13 por ciento, con lo que la pérdida alcanza alrededor de 4 billones de dólares.
En Tokio, el retroceso es del orden de 500 mil millones de dólares o de 350 mil millones en Alemania.
Es decir, solo en estos cuatro grandes mercados, hay pérdidas cercanas a los 7 billones de dólares.
Considere, además, que el precio promedio de las gasolinas en el mercado norteamericano se ha incrementado en casi 30 por ciento en lo que va de este año.
Eso significa que millones de personas, cada vez que acuden a poner gasolina a su vehículo pagan más y quizá lo harán mucho más si se cumplen los pronósticos de quienes ven al precio del crudo en 140 dólares por barril en este año.
Súmele a eso el incremento en los precios de los alimentos que se ha producido a nivel global y que tampoco ha llegado a su techo.
En Estados Unidos el incremento anual de la comida en enero fue de 6.7 por ciento, pero en México el alza, a tasa anual, para ese mismo mes fue de 11.6 por ciento.
Y aún podemos ver un impacto económico mucho mayor en caso de que haya problemas en el suministro de gas a Europa.
En suma, el costo económico de la invasión, si bien ya se nota en diversos aspectos, puede ser aún mucho más grande.
Para México, tome en cuenta otro impacto que se va a hacer presente de manera indirecta.
Una mayor inflación puede propiciar un alza superior a lo previsto en las tasas de interés, y ello bien podría conducir a generar un freno en la actividad económica que hoy aún no se visualiza.
Y le agrego otro costo.
Apenas estábamos en el camino de salida de la pandemia –si no salta otra variante que nos altere la perspectiva– y ya estamos bajo una circunstancia que va a disparar la incertidumbre de nueva cuenta y quizá con ello, puede ser un inhibidor de las inversiones.
Podemos afrontar un contexto internacional muy adverso que nos obligaría a buscar mecanismos para incentivar la actividad productiva.
Pero, si se mantienen proyectos como la reforma constitucional en materia eléctrica, o bien la ofensiva presidencial en contra del INE, lo que encontraremos será un ambiente desfavorable para las inversiones.
El gobierno de López Obrador puede argumentar que le tocaron tiempos muy adversos. Y tendrá razón.
Pero la respuesta a las circunstancias puede ser fatal.
Aún nos falta conocer los impactos de la guerra, pero quizá puedan ser desastrosos para México.
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