Llegó el día decisivo. Luego de muchos meses de contiendas políticas, de especulación y de mucha incertidumbre, si no sucede algo fuera de lo previsto, hoy por la noche o en el peor de los casos, en la madrugada del lunes, conoceremos el destino en la Cámara de Diputados, de la reforma energética propuesta por el presidente López Obrador.
Subrayo que se trata del destino de la propuesta solo entre los diputados. Aún, si por alguna maniobra inesperada de última hora se lograra la aprobación de esta iniciativa en la Cámara Baja, le faltaría la aprobación por mayoría calificada en la Cámara de Senadores.
En las condiciones actuales, solo que de un modo u otro se impida a la oposición (o al menos a parte de ella) votar, el escenario más probable es que la propuesta de reforma constitucional no alcance la mayoría calificada.
El último dato relevante del ambiente político se conoció el domingo pasado al observar los resultados de la consulta por la revocación de mandato del presidente López Obrador.
Quizás si el PRI hubiera visto una impresionante capacidad de movilización por parte de Morena que hubiera llevado a las mesas de votación a un gran número de ciudadanos, lo hubiera pensado dos veces.
Pero, el hecho es que el haber conseguido solo poco más del 17 por ciento de participación ciudadana en la consulta a pesar del enorme despliegue de recursos por parte de Morena y de la impúdica violación de la ley de muchos funcionarios que promovieron la participación de la gente, no es precisamente para presumir.
Seguramente, en la visita a su rancho de Palenque, el presidente López Obrador tuvo tiempo de analizar ese resultado y quizás de pensar en cuál será su estrategia política para la recta final de su mandato.
La oposición, por el contrario, recibió el incentivo de buscar la unidad ante un resultado que, aunque no fue tan malo para Morena, fue totalmente insuficiente como plataforma de lanzamiento de la carrera para el 2024.
Si hoy queda enterrada la reforma constitucional en materia energética, quedará configurado un escenario adverso para el presidente López Obrador, en el afán de que Morena siga en el poder en la próxima administración.
Claro que al presidente le quedan todavía municiones. Una de las que tiene a disposición es la búsqueda de reconformar la autoridad electoral.
No está clara aún la fecha en la que se presentará la propuesta de reforma constitucional en materia político electoral, pero, de acuerdo con lo que adelantó, quizás pueda ser este mismo mes de abril.
Si el contenido de esa reforma es el que ha anticipado, quizás con más facilidad aún que en el caso de la energética, va a recibir un inmediato rechazo de la oposición.
Ninguna otra fuerza, además de Morena y sus aliados, estará dispuesta a realizar cambios de las reglas del juego que tienen el afán claro de aumentar las posibilidades de triunfo de Morena y sus aliados en las elecciones del 2024.
Creo que las grandes batallas previas al 2024 no se van a dar este año sino en el próximo.
Hay dos que son cruciales: el cambio de 4 consejeros electorales del INE en abril del próximo año y la elección en el estado de México.
Morena hará cuanto esté en sus manos para tratar de que las cuatro personas que lleguen al Consejo General del INE sean proclives a la 4T.
El problema es que el proceso de filtros que existe en la Cámara de Diputados, así como el hecho de que la votación final sea por mayoría calificada, obliga a una negociación para que tanto las personas como específicamente quien ocupe la presidencia del Instituto, sea un perfil aceptable para la oposición.
Y, en el caso del Estado de México, el panorama que existe es complicado por Morena en caso de que se logre sacar adelante una candidatura de unidad por parte de la oposición.
La participación ciudadana en la consulta del domingo pasado en el Estado de México fue de 16.06 por ciento, y estuvo por abajo del promedio nacional.
1 millón 750 mil votó por que siga el presidente, lo que representa el 61 por ciento de los 2.86 millones que votaron por Morena y sus aliados en las elecciones del año pasado y el 37 por ciento de los 4.73 millones que votaron por AMLO en 2018.
La oposición tiene condiciones para competir. Pero, claro que toda esta historia podría ser completamente diferente si Morena consigue que cada partido postule por separado a su candidato a la gubernatura o que en la Cámara de Diputados no presenten un frente.
Hoy es una de las primeras pruebas para el futuro.