Coordenadas

El desplome de las bolsas

El desplome bursátil obedece al cambio de perspectiva, tanto en el desempeño de la economía de EU como en las implicaciones que este hecho tiene para el valor futuro de las empresas.

Se ha notado poco, pero diversos mercados accionarios se han venido para abajo desde que comenzó el mes de abril.

El caso más notorio, por la dimensión de su caída y su relevancia es el Nasdaq. Entre los últimos días de marzo y el cierre de ayer, el índice Composite de este mercado, el más valioso de Estados Unidos, retrocedió en 22 por ciento.

Un cálculo estimado de la pérdida de valor de capitalización de las empresas que en él cotizan nos indica una caída de alrededor de 5 billones (trillions) de dólares, algo así como cuatro veces el valor del PIB de México de un año completo.

Hay que recordar que en el Nasdaq cotizan diversas empresas tecnológicas, que son las que hoy tienen más valor en la economía y que también son las que más han caído.

Google, por ejemplo, perdió 300 mil millones de dólares en ese lapso. En el caso de Facebook, el retroceso comenzó antes, pero la caída también supera los 300 mil millones de dólares. El valor de Apple retrocedió en más de 400 mil millones de dólares. Cómo olvidar a Netflix, que desde octubre del año pasado ha perdido más de 200 mil millones de valor de mercado (algo como 75 por ciento). Y estos son solo algunos ejemplos de compañías de enorme valor de capitalización.

La razón de este desplome es el cambio de perspectiva, tanto en el desempeño de la economía de Estados Unidos como en las implicaciones que este hecho tiene para el valor futuro de las empresas.

La caída de los índices no solo se presentó en Estados Unidos, sino también en otros países, y México no es la excepción.

El Índice de Precios y Cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores, uno de los más conocidos de nuestro mercado, cayó casi 13 por ciento desde principios de abril, lo que implica una pérdida de valor de capitalización, solo para las 35 empresas agrupadas por ese índice, de más de 950 mil millones de pesos.

En el caso de México también se ha presentado un cambio de expectativa. De acuerdo con la encuesta mensual entre especialistas que aplica Banxico, la expectativa de crecimiento del PIB para 2022 pasó de niveles cercanos a 3 por ciento a principios del año a 1.7 por ciento en la más reciente observación.

La teoría dice que cuando las tasas de interés se incrementan, bajan los precios de las acciones, pues hay un desplazamiento de recursos hacia activos que ofrecen mejores rendimientos y son de menores riesgos. Y esa teoría parece estarse cumpliendo.

De hecho, lo que hemos estado viendo en los últimos días es una gran sacudida en diversos activos de los mercados financieros, que, por ejemplo, también le ha pegado muy fuerte a diversas criptomonedas. Por ejemplo, el bitcoin ha caído en más de 32 por ciento desde finales de marzo hasta el día de ayer.

Estos comportamientos no implican que estemos en la inminencia de una caída drástica y rápida de los precios de las acciones y otros activos, al grado de que nos amenace un crack bursátil. Todavía no.

Pero sí son indicadores de la fragilidad que hoy existe en los mercados frente a coyunturas en las que hay una elevada incertidumbre y una situación de volatilidad, como las que vamos a enfrentar todavía por varios meses.

La decisión de Banxico

El día de hoy se habrá de conocer la decisión que tomó la Junta de Gobierno del Banxico respecto a las tasas de interés. La mayor parte de los pronósticos señalan que tendremos un incremento de 50 puntos base, es decir, medio punto porcentual.

Sería el octavo incremento consecutivo y el cuarto de medio punto de alza. La tasa de interés objetivo se colocaría en 7 por ciento y estará en el nivel de febrero de 2020, justo antes de que se desencadenara la pandemia.

El dato de la inflación en EU de ayer, de 8.3 por ciento para abril, refleja todavía la existencia de fuertes presiones sobre los precios que no dejarán margen de maniobra al Banco Central aun a costa del efecto negativo que pueda tener sobre la actividad económica.

Pagaremos ese costo, sin el beneficio de haber tenido políticas propias para mitigar el impacto de la pandemia.

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