Coordenadas

Ya quisieran la suerte de México

En agosto veremos una revisión al alza en las expectativas de crecimiento para este año.

Tal vez para algunos resultó sorpresivo que el Fondo Monetario Internacional (FMI) revisara hacia arriba su estimación del crecimiento de la economía mexicana para este año.

En este espacio ya le habíamos adelantado que esa sería una tendencia que veríamos en estas semanas.

El pasado 18 de julio el encabezado de esta columna se preguntaba. ‘¿Viene una recesión en México?’, y la conclusión era que en el corto plazo no se percibía ese riesgo y al revés, había indicios de un mayor crecimiento.

El FMI coincide en que por lo pronto se han configurado diversos elementos para alcanzar un crecimiento de 2.4 por ciento.

Mañana conoceremos el PIB del segundo trimestre del año en México. De acuerdo con los datos oportunos que se han dado a conocer, se puede estimar que habrá crecido cerca de 1.8 por ciento, una cifra semejante a la del primer trimestre.

Si el FMI tuviera razón en su estimación, el segundo semestre sería sustancialmente mejor, pues para llegar a la tasa de 2.4 por ciento anual, sería necesario que, en la segunda mitad del año, el crecimiento promedio del PIB fuera de 3 por ciento.

La apuesta es que haya una combinación de dos circunstancias.

La primera es que el sector terciario de la economía, es decir, el comercio y los servicios, se mantenga por lo menos con tasas de crecimiento positivas.

Las estimaciones al primer semestre indican que este sector habría crecido a una tasa anual promedio de 0.7 por ciento anual.

La otra circunstancia es que el sector manufacturero siga viento en popa.

Las estimaciones nos señalan que podrían haber terminado el primer semestre con un crecimiento anual promedio de 4.8 por ciento.

Uno de los factores que empujan a las manufacturas es la exportación. Ayer conocimos que hasta junio el crecimiento de las ventas manufactureras al exterior fue de 17.3 por ciento.

Ese dinamismo alienta la llegada de nuevas inversiones en parques industriales, sobre todo en la zona norte y el Bajío.

Las importaciones de bienes de capital en el primer semestre del año alcanzaron los 22 mil 513 millones de dólares, una cifra que prácticamente ya igualó los niveles previos a este sexenio, pues en la primera mitad de 2018, el monto había sido de 22 mil 684 millones de dólares.

Dichos datos validan la existencia de un fuerte impulso para las inversiones manufactureras en algunas zonas de la República.

Sin embargo, no todo fueron buenas noticias en la revisión de expectativas económicas que hizo el FMI.

Para 2023 bajó sus previsiones y estima que la economía mexicana apenas crecerá en 1.2 por ciento, es decir, la mitad de lo que prevé para este año.

La explicación a este frenón es el comportamiento de la economía norteamericana.

Su previsión es que en 2023 el PIB de Estados Unidos avance solo 1 por ciento.

Esto quiere decir que es muy probable que los elevados ritmos de exportación manufacturera que hoy tenemos puedan bajar significativamente.

La decisión de la Reserva Federal anunciada el día de ayer, de aumentar en 0.75 por ciento sus tasas de referencia, induce a pensar que la economía de nuestro vecino seguramente podría caer en los siguientes meses.

Por ahora, el consenso difiere de las perspectivas del ‘doctor desastre’, Nouriel Roubini, que le comentamos hace pocos días. La mayor parte de los expertos considera que de darse una recesión, la que cada día se ve más probable, su duración sería corta (tal vez dos trimestres) y su profundidad sería pequeña (quizás una caída de uno o dos puntos porcentuales).

La previsión de que EU solo crecería 1 por ciento el próximo año, combinaría esa circunstancia en la que tal vez hubiera dos trimestres con signo negativo y otro dos con signo positivo un poco mayor.

Regresando a México y su expectativa, le puedo asegurar que en agosto veremos una revisión al alza de las expectativas de crecimiento para este año de buena parte de los analistas, aunque en una menor medida que el FMI.

¿Apostamos?

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