La semana que concluyó se logró que sea un hecho la reforma constitucional que amplía a 2028 el plazo en el que las Fuerzas Armadas pueden realizar funciones de seguridad pública.
Se consiguió su aprobación en el número necesario de congresos estatales y ya queda lista para su promulgación, mediante publicación en el Diario Oficial, lo cual habrá de suceder en los próximos días… o cuando AMLO decida tras exhibir a los congresos locales que la rechazaron.
Es conocido que la aprobación de esa reforma constitucional fue gracias a que Morena y sus aliados pudieron sumar votos del PRI tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores.
Sobre la base de ese resultado, algunos piensan que será factible que la reforma político electoral propuesta por el presidente de la República pudiera ser aprobada, contando también con los votos del PRI.
Me parece que no será así.
La extensión del plazo de permanencia de las Fuerzas Armadas en seguridad pública puede tener alguna racionalidad a partir del hecho de que no se han fortalecido las policías locales. Esa lógica permitió respaldarla a algunos integrantes del PRI.
Pero, en el caso de la reforma político electoral, creo que son intransitables varias de sus propuestas, incluso para el PRI.
Veamos algunas de ellas.
1. La elección popular de los 7 integrantes del Consejo del nuevo Instituto Nacional de Elecciones y Consultas.
Para nadie es un secreto que el propósito de esta propuesta es aprovechar la ventaja que hoy tiene Morena en las intenciones de voto para conseguir que la totalidad o la gran mayoría de los integrantes de la máxima autoridad electoral esté formada por personajes proclives a la 4T, como seguramente ocurriría si se aprueba este mecanismo de designación.
Vale el mismo argumento para el caso de los Magistrados del Tribunal Electoral.
En los hechos sería el retorno del control pleno del Gobierno a los organismos electorales, como era antes de 1994.
Solamente que el PRI tuviera una vocación suicida admitiría votar a favor de ese cambio constitucional, por lo que dudo mucho que prospere.
2. La desaparición de los diputados uninominales y la composición de la Cámara solo en términos de la representación proporcional.
El sistema que tenemos actualmente impide que haya una sobre representación excesiva de la fuerza política mayoritaria. Fue diseñado para permitir la presencia de las fuerzas políticas minoritarias. El efecto de la reforma, basada en la representación proporcional sobre la base de listas estatales, dispara la presencia de la fuerza política mayoritaria.
De este modo, por ejemplo, Morena, que hoy tiene el equivalente al 55 por ciento de los diputados, podría pasar a tener el 75 por ciento de los asientos. El PRI se quedaría con un número muy pequeño de curules y escaños, así que existen todos los incentivos para rechazar esta medida.
3. La eliminación del financiamiento público para gastos ordinarios de los partidos políticos.
La medida puede tener un gran respaldo público pues abona en la narrativa de quitar de la carga de los contribuyentes el sostén de las burocracias partidistas. El efecto que tiene es que debilita a los partidos minoritarios, que tienen una menor base de militantes y, con el control de las autoridades electorales, puede permitir que se diseñen mecanismos para usar recursos públicos para apoyar a Morena. Esa disposición también apunta a darle al partido en el poder ventajas de carácter permanente en la competencia electoral.
Un aspecto positivo de la propuesta de AMLO que es completamente pertinente discutir es la relativa al voto electrónico. Para poder avanzar hacia un sistema de votación que ya no utilice el papel principalmente sino mecanismos electrónicos, se requieren cambios legales que pueden ser discutidos e introducidos.
Igualmente, el espíritu de la propuesta, que apunta a buscar cómo reducir el costo del sistema electoral mexicano también es totalmente pertinente y se puede discutir sin incluir las propuestas específicas de la reforma que apuntan a crear en México una nueva hegemonía de largo plazo a través de Morena.
Vivimos tiempos inéditos y todo puede pasar en la política nacional, sobre todo porque buena parte de nuestra clase política no tiene palabra de honor.
El interés de llegar o mantenerse en el poder pueden derribar principios y valores, así que todo es posible.
Sin embargo, creo que precisamente por ese pragmatismo, los priistas no van a aceptar las medidas sustantivas de la reforma propuesta.
Un escenario es que quedé una reforma completamente descafeinada, pero vendible políticamente para poder decir que se logró eliminar la dilapidación de recursos por parte del INE.
Pero, me parece que la “madre de las batallas” va a estar en la sustitución de los cuatro consejeros del INE que habrán de cambiar a partir del próximo mes de abril.
O, incluso, en la posibilidad de que AMLO decida no sustituir a los consejeros si no hay condiciones para incluir a los que Morena pretenda.
Como sea, vienen tiempos complejos para la política mexicana.