Está confirmado: en el último trimestre de este año la economía mexicana ha cambiado su tendencia y ya va en retroceso.
Ayer, el INEGI dio a conocer que el Indicador Oportuno de Actividad Económica de noviembre tuvo una caída de 0.1 por ciento respecto a octubre.
Y en octubre, el estimado de crecimiento se revisó a 0.1 por ciento respecto a septiembre.
Como ya le hemos comentado, estamos en una circunstancia en la que las tasas anuales de crecimiento seguirán siendo positivas, pues los niveles actuales se comparan favorablemente con los de los mismos meses del 2021, pero la dirección en la que va la economía ya marca un claro retroceso.
Los dos sectores valorados por este indicador, el secundario y el terciario, mostraron números rojos en noviembre.
Eso significa que tanto el mercado interno como las exportaciones, seguramente van a la baja.
Respecto al mercado interno, ya le habíamos comentado que la cifra del nuevo indicador oportuno del INEGI que mide la trayectoria del consumo privado en el mercado interior, marcó en noviembre un retroceso de 0.7 por ciento.
Esta cifra refuerza la tendencia observada por otros indicadores, como las ventas de la ANTAD en términos reales o las cifras del Monitor de Consumo de BBVA, que ya previamente le comentamos.
Respecto a las exportaciones, las cifras desestacionalizadas de las exportaciones manufactureras al mes de octubre mostraron una caída de 4.3 por ciento respecto a septiembre.
Aunque es pronto para llegar a conclusiones, bien podríamos estar empezando a observar un cambio de tendencia producto del freno de la actividad industrial en los Estados Unidos.
A finales del mes, se darán a conocer las cifras del comercio exterior para noviembre, lo que permitirá tener evidencia más firme de si esto es así.
Aunque aún falten suficientes datos, me parece que conforme pasen las semanas detectaremos más y más evidencia de que viene un freno en la actividad económica.
La mayor parte de los análisis han revisado hacia arriba sus estimaciones para el cierre de 2022, como resultado de los crecimientos del tercer trimestre –que ya quedaron atrás– y al mismo tiempo han ajustado a la baja los estimados para 2023, que ahora están en un 0.9 por ciento, de acuerdo con la más reciente encuesta del Banco de México.
La experiencia de este año nos muestra que en 2022 se sobrevaloró un posible freno económico. Bien pudiera pasar lo mismo para 2023, pero aun así sería muy difícil que el crecimiento pudiera alcanzar siquiera el 2 por ciento.
El freno económico y una posible recesión, así sea leve y de corta duración, ya están presentes en nuestra economía.
El lastre de la informalidad
La informalidad en México se volvió a disparar tras la pandemia.
En 2020, como resultado del confinamiento y los problemas que el Covid trajo consigo, el Producto Interno Bruto de la informalidad cayó 12.3 por ciento mientras que la actividad formal retrocedió en 5.8 por ciento, para resultar en una caída de la economía de 8 por ciento.
En 2021, el PIB informal creció en 12.4 por ciento mientras que el del sector formal lo hizo apenas en 2.7 por ciento y el conjunto de la economía creció 4.7 por ciento.
El 55.8 por ciento de la ocupación en México corresponde a la informalidad mientras que solo 44.2 por ciento está en la formalidad, pero el PIB de los informales es solo 23.7 por ciento del total mientras que el de los formales es 76.3 por ciento.
Esto significa que, si la productividad laboral promedio de la economía es igual a 100, entonces la de los informales es de 42 y la de los trabajadores formales es de 172.
Es decir, la productividad laboral del sector formal es 4.1 veces mayor que la de los informales.
Si lográramos reducir la informalidad y trasladar a un mayor número de trabajadores al sector formal, por este solo hecho, la economía mexicana tendría un crecimiento muy significativo, por el incremento de la productividad promedio.
Y, además, se permitiría que más familias mexicanas tuvieran un mayor ingreso como producto de que existen mejores retribuciones en la economía formal.
El problema es que a veces pareciera que las políticas públicas más bien le apuntan a ensanchar la informalidad.
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