El presidente López Obrador les ha dicho a sus colaboradores más cercanos que Morena y su movimiento tienen ventajas muy claras respecto a la oposición en cuanto a la selección de su próximo candidato o candidata a la presidencia de la República.
La primera es que los aspirantes ya están definidos y en la palestra. Son tres o cuatro nombres, según si se quiere incluir a Ricardo Monreal en esa lista. Él a veces no lo hace, pero ya aceptó que lo hiciera el presidente de Morena.
Y aunque dice que podrían sumarse los que quisieran, la realidad es que ya no hay más.
Lo segundo es que ya está definido el método a través del cual se va a seleccionar al aspirante presidencial: las encuestas. Y a quien no le guste el procedimiento, es libre de seguir o no.
Esta circunstancia la contrasta con lo que pasa en la oposición, en donde la lista de aspirantes es larguísima y en donde no hay claridad respecto a la forma en la que habrá de elegirse al candidato que encabece la Alianza.
Con tantos aspirantes y con tres fuerzas políticas implicadas, la probabilidad de que en el camino vuelvan a surgir diferencias es muy elevada.
Las encuestas que esta semana presentó El Financiero revelan dos realidades diferentes.
En el caso de Morena, lo que se aprecia es una competencia en la que hay dos personajes que van claramente adelante: Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard.
Las preferencias de la población general, de acuerdo con la medición hecha, reflejan una ventaja de solo dos puntos a favor de la jefa de Gobierno.
El nivel de conocimiento de ambos políticos es muy parecido, 88 por ciento para Marcelo Ebrard y 86 por ciento para Claudia Sheinbaum.
Adán Augusto López, aunque ha ascendido, está todavía distante de los dos primeros con un 14 por ciento de simpatías, mientras que Ricardo Monreal tiene 11 por ciento.
En contraste, cuando vemos a los muchos que se han mencionado entre los posibles candidatos opositores observamos que tienen un nivel de conocimiento sustancialmente más bajo.
Por ejemplo, Lilly Téllez tiene el 63 por ciento de conocimiento, mientras que Enrique de la Madrid cuenta con el mismo porcentaje.
Es decir, en materia de conocimiento, aun los más aventajados entre los opositores se encuentran 15 puntos debajo de los que encabezan las preferencias de Morena.
Aunque pareciera que no es mucho, remontar 15 puntos en materia de conocimiento puede requerir muchos meses.
Algunos se sienten confiados porque consideran que, en estos tiempos de redes sociales, llegar a porcentajes más amplios de la población es más sencillo que en el pasado.
En efecto, hay más posibilidades de obtener una mayor exposición que en tiempos en los que solo se podía a través de radio o televisión abierta.
Sin embargo, también es un hecho que hay una mayor dispersión de la atención ante la diversidad de medios y el esfuerzo que debe hacerse es cada vez mayor.
Es decir, a mi parecer, el reto que tienen los opositores es mucho mayor que el de Morena.
Para el partido en el poder, el desafío más importante es evitar fracturas. Esa es la clave para poder mantener su competitividad hasta 2024.
Para la oposición, en la forma de una Alianza, la clave es conseguir que ésta se preserve, pero, además, hacer posible que cualquiera que sea el candidato o candidata que resulte, remonte lo más rápidamente que sea posible el nivel de exposición que han tenido los prospectos de Morena.
Tal vez en los primeros meses del año no veamos sacudidas mayores entre las principales fuerzas políticas, pues el foco estará puesto en la reforma electoral y en los procesos electorales de Coahuila y el Estado de México.
Pero tenga la certeza de que, a partir de junio, se van a acelerar los procesos políticos internos y veremos que prácticamente entonces se va a iniciar de manera más abierta la contienda por 2024.
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