Los ciudadanos abarrotaron las plazas públicas de decenas de ciudades en todo el país e incluso en algunos puntos del extranjero.
Como aquel 13 de noviembre del año pasado, se hizo manifiesto el rechazo masivo a las reformas legales que buscan desmantelar las instituciones sobre las que se construyó la democracia en México.
Las grandes concentraciones del día de ayer son también una advertencia del enorme enojo que podría darse si se impide, a través de presiones, que la Corte y el Poder Judicial cumplan su función de contrapeso e impidan que se apliquen leyes que son claramente anticonstitucionales.
Lo expresado por uno de los dos oradores en la concentración en el Zócalo de la Ciudad de México, el ministro en retiro, José Ramón Cossío, fue claro: hay confianza en el talante democrático de la mayoría de los ministros y ministras que integran la Corte.
Las marchas del 13 de noviembre y las concentraciones de ayer son apenas el comienzo de un despertar ciudadano que mostró su disposición a defender las instituciones que tanto costó construir.
Los partidos políticos han quedado minimizados y diluidos frente a esta expresión.
Estas grandes concentraciones son también una respuesta a la pregunta de por qué el presidente López Obrador se ha obstinado en estas reformas que pretenden “destazar” al INE.
La razón es que sabe que hay amplios sectores de la sociedad que están en disposición de salir a las calles para asegurarse que nuestra democracia no se convierta en autocracia.
En una competencia equitativa y con un árbitro imparcial, Morena y sus aliados no tienen la victoria asegurada en 2024.
Por eso se busca un árbitro debilitado y parcial.
Un ejemplo de los riesgos de la autocracia lo estamos viendo en el caso de Tesla.
El capricho presidencial puede conducir a que no se realice en México una de las más importantes inversiones de toda la historia, al advertir que, si insiste en establecerse en Nuevo León, se negarán los permisos que dependen de la Federación.
Los tiempos de la empresa que encabeza Elon Musk no son los del presidente de la República.
Ha trascendido que, si tan pronto como en los próximos días no hay luz verde para el proyecto en Nuevo León, Tesla optará por otra localización en Indonesia y México perdería una inversión, que en su escala completa se estima en algo así como al menos 10 mil millones de dólares.
Si eso ocurre, será algo que puede tener consecuencias tan grandes como la cancelación de la obra del aeropuerto de Texcoco en 2018.
La incertidumbre y la desconfianza podrían frenar la ola de inversiones que el neashoring está empujando a México.
Este es el tipo de consecuencias que se presentan si se insiste en que en México solo cuente la decisión del presidente de la República.
La competencia electoral equitativa que condujo a la alternancia en el Poder Ejecutivo, en decenas de gubernaturas y en miles de alcaldías, está en riesgo.
Existe el riesgo de regresar a los viejos tiempos del autoritarismo y presidencialismo imperial, esos que parecían olvidados para siempre.
No se trata de diferencias ideológicas entre fuerzas políticas.
Se trata ni más ni menos de la permanencia de la democracia electoral en México tal y como la hemos conocido en los últimos 30 años.
Tiene razón el presidente de la República cuando señala que estos son tiempos de definiciones.
Si hoy no se defiende al INE, al voto, y en esta coyuntura, con especial relieve, a la independencia del Poder Judicial, se estará optando por la autocracia en el país.
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