Comenzamos marzo del 2023 en medio de una gran paradoja.
La economía va mejor de lo que se anticipaba y han surgido signos muy alentadores, como el anuncio del arribo de Tesla a México.
Pero… la política va tan mal como se preveía, o incluso peor.
Ya fueron promulgadas las reformas que constituyen el Plan B y auguran una gran batalla legal y política que va a crear incertidumbre.
¿Qué país es el que tendremos al final del año? ¿Será una nación que apunte a un futuro prometedor o bien otra que anticipe una crisis de fin de sexenio?
No lo sabemos aún, pero hagamos un recorrido de las oportunidades y los riesgos que enfrentamos.
Comencemos con la economía.
Para sorpresa de muchos, los primeros indicadores de la actividad productiva en el año resultaron mejor que lo previsto.
El indicador oportuno de actividad económica que publica el INEGI creció a un ritmo de 2.8 por ciento en enero; el del consumo privado lo hizo a una tasa de 2.9 por ciento mientras que la industria manufacturera creció en 5.5 por ciento.
Las exportaciones no petroleras crecieron 26.9 por ciento y las remesas fueron superiores en 12 por ciento a las de enero del 2022, además de que establecieron un récord histórico para un primer mes del año.
La tasa de desempleo se ubicó en 2.9 por ciento de la población económicamente activa, la cifra más baja desde que hay registros.
Las ventas de autos en el mes de febrero crecieron a un ritmo anual de 28 por ciento.
El tipo de cambio del peso frente al dólar cerró el viernes pasado en niveles de 17.95 pesos, algo que parecía inalcanzable.
La nota discordante entre los indicadores económicos corresponde a la inflación.
La semana próxima conoceremos las cifras del cierre de febrero, pero las de la primera quincena anticipan la permanencia de niveles elevados.
El propio Banxico así lo visualiza y el consenso entre los especialistas es que este año no habrá reducciones de tasas de interés. De hecho, se anticipan dos incrementos más de un cuarto de punto cada uno.
Sin embargo, esa circunstancia preocupa hoy menos que antes pues ante los robustos indicadores de actividad económica, no se percibe que pudieran generar una recesión, al menos una profunda o prolongada.
Probablemente, hacia la última parte de este año o quizás al inicio del próximo, la actividad económica podría desacelerarse, tras estar sometida a muchos meses de tasas de interés elevadas.
Un factor adicional que debe ponerse sobre la mesa es el efecto del nearshoring y la atracción a la inversión extranjera directa que está ejerciendo.
La confirmación de la construcción de una ‘gigaplanta’ de Tesla en Monterrey tendrá un efecto simbólico de gran impacto, pues acelerará los procesos de decisión de inversión en México que ya estaban en curso desde el año pasado.
Probablemente, en 2023 ya se podrá observar en la inversión foránea y en las exportaciones de manufacturas, el impacto de la relocalización industrial global que está teniendo lugar.
El panorama para el país sería prometedor… si no estuviera la política de por medio.
Casi a la par que Elon Musk anunciaba la construcción de su nueva planta en México, se promulgaban las reformas que constituyen el llamado Plan B para transformar el sistema político electoral.
Como se anticipaba, más tardó en publicarse que en presentarse toda una serie de impugnaciones, comenzando con la relativa a la destitución del Secretario Ejecutivo del INE, Edmundo Jacobo.
Como en pocas ocasiones de la historia, los tribunales y la Corte van a llenarse de recursos presentados por legisladores, partidos, estados, ciudadanos, que van a tratar de detener la aplicación de esta reforma.
Igualmente, como en pocas ocasiones de la historia, las resoluciones del Poder Judicial van a tener una trascendencia enorme en la vida política del país.
Quizás por ello, las agresiones del presidente de la República a la Corte sean igualmente sin precedentes.
Se va a tratar de presionar a jueces, magistrados y ministros para que sus resoluciones sean favorables a los intereses del gobierno.
Esa circunstancia puede causar malestar social y conflictividad en los siguientes meses.
Un cambio de reglas como el que se quiere establecer con el Plan B y con la selección de consejeros electorales proclives al gobierno, incluyendo la nueva presidenta del Instituto, puede generar conflictos preelectorales y crear el potencial de conflictos postelectorales si los resultados de la elección en el Estado de México fueran muy cerrados.
Y, adicionalmente, desde el extranjero se ve con preocupación esta ofensiva a las instituciones que aseguraron la permanencia de la democracia mexicana en las últimas décadas.
Si continúa la ofensiva contra la Corte, también veremos cómo las críticas desde afuera arrecian y suben tono.
Con estas dos realidades que confluyen viviremos en los siguientes meses.