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Confianza, presidente: es lo único que se requiere

El empresario mexicano sigue invirtiendo, pero no está entusiasmado; lo hace pese a todo y con reservas respecto al futuro.

El presidente López Obrador tiene la creencia de que los empresarios mexicanos no invierten y que los únicos que lo hacen son los extranjeros, que se suman a la inversión pública.

La historia real es muy diferente.

El empresario mexicano sigue invirtiendo, pero no está entusiasmado. Lo hace pese a todo, y con reservas respecto al futuro.

Vamos por partes con las cifras.

1.- El INEGI dio a conocer hace un par de días que la inversión fija bruta en México creció a una tasa de 6 por ciento en 2022. Pero, lo más importante es que la inversión destinada a la compra de maquinaria y equipo creció a un ritmo de 12 por ciento. Los empresarios están comprando equipos de manera masiva y eso está contribuyendo a que crezca la actividad económica.

2.- Aún no se publican las cifras de inversión en términos de pesos, pero, considerando los datos de 2021, puede calcularse que el volumen total de inversión de 2022 estuvo en alrededor de 6 billones de pesos a precios de 2022.

3.- De acuerdo con las más recientes cifras del INEGI, el 87 por ciento de la inversión es privada y apenas el 13 por ciento es pública.

4.- La inversión extranjera directa total realizada en México (sin descontar la de mexicanos en el exterior) fue de 35 mil 292 millones de dólares en 2022, de acuerdo con los registros del Banco de México. Esto equivale aproximadamente a 700 mil millones de pesos, lo que significa 12 ciento del total. Es decir, aproximadamente 78 por ciento de la inversión total es nacional –pública o privada– y 12 por ciento es extranjera.

5.- En contra de lo que el mercado cree, este año apunta a que tengamos un mejor desempeño económico respecto al pronóstico. Y mucho va a ser por la mayor inversión privada nacional.

Alguien le metió en la cabeza a AMLO que los empresarios mexicanos se resisten a invertir.

Lo que no hay son proyectos nuevos de gran escala que se equiparen, por ejemplo, a la inversión de Tesla.

Uno de los más importantes de ellos podría ser la compra de Banamex, que por cierto AMLO se ha encargado de sabotear cuanto puede a partir de meterle un montón de condicionantes.

Pero, si acaso se diera la compra de Grupo México o de Larrea, sería una de las grandes inversiones del sexenio, casi equiparable a la de Tesla en monto.

Deng Xiaoping, el hombre que cambió la historia del mundo en este siglo, y a quien poco se le reconoce, dijo en 1992: “No importa el color del gato, lo que importa es que cace ratones”.

El líder chino, con esa filosofía, modificó la arquitectura de la economía mundial, pues promovió el capitalismo en China y con ello cambió todas las reglas del juego a nivel global.

En México pudiéramos parafrasearlo: no importa quien ponga el dinero, lo importante es que haya inversión.

Si, por un milagro de la historia, el dinero lo tuviera el sector público, qué bueno que lo ponga.

O, si los empresarios nacionales rascan en sus carteras y encuentran millones, resolvemos el problema.

El asunto es que la única fuente realista de la cual pueden provenir hoy los nuevos recursos –si no hay sorpresas– es de la inversión extranjera directa, por el efecto del nearshoring.

Los grandes empresarios del país le apuntan a diversificar sus destinos y han invertido mucho en el extranjero.

Quien puede ser un game changer, que modifique las reglas del juego es alguien como Elon Musk, que empieza a invertir en serio en México.

Pero, los empresarios mexicanos en conjunto podrían meter mucho más dinero del que Musk está dispuesto a invertir.

Lo único que necesitan es confianza.

A la mayor parte ni siquiera les importa si gana Morena o la oposición en 2024.

Solo quieren reglas claras.

Y desde allí despegarían.

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