El 18 de marzo fue tan solo un pretexto.
De lo que se trataba, desde luego, era de responder a la concentración del 26 de febrero que organizaron grupos de la sociedad civil y a la cual se adhirieron partidos opositores.
Como era de esperarse, el resultado de ayer fue muy exitoso si se mide en términos del número de personas que fueron movilizadas.
Pero, en el largo discurso del presidente López Obrador -no podría ser de otro modo- vinieron las abundantes referencias históricas a esta etapa de la historia, en la que siempre aparece su admiración a Franklin D. Roosevelt.
Pero, más allá de los paralelos entre las concentraciones al Zócalo, hoy las circunstancias son muy diferentes.
No llegó el pueblo con sus gallinas o los adinerados con sus alhajas.
Los tiempos son otros.
Para la movilización de ayer se usaron recursos públicos a discreción tanto de gobiernos locales como del gobierno federal; Morena usó todo su músculo político, a lo cual se sumó el respaldo real que sí tiene el presidente de la República y la convocatoria que sigue despertando la evocación de la nacionalización de la industria petrolera.
Como en la marcha del 27 de noviembre, sería un error pensar que solo se trató de acarreados, como creer que todo fue una acción voluntaria de quienes acudieron a la concentración.
López Obrador sigue contando con amplio respaldo y al mismo tiempo Morena y los morenistas siguen usando abiertamente recursos del Estado para sus movilizaciones. Total, nadie ha podido contenerlos.
Hay similitudes, pero también hay diferencias entre la marcha de noviembre y el mitin de ayer.
La coincidencia es su masividad y la presencia de los estados morenistas a nivel global.
Las diferencias tienen que ver con el contexto en el que cada movilización ocurrió.
Las condiciones políticas que existen hoy son diferentes a las que existían en la marcha del año pasado.
Algunas cosas han cambiado para favorecer a Morena mientras que otras han operado en contra del partido en el poder.
Le enumero algunos de los cambios más importantes que favorecen a Morena.
1-Han pasado los meses y no acaba de perfilarse una alianza opositora. Incluso, conversando con algunos panistas, vuelve a existir la duda de que realmente el PRI vaya a sumarse a ella. En la medida que ya existe la duda de que Alito Moreno vaya a seguir como líder del PRI después de agosto. La duda aún crece más pues la alianza dependería de una nueva dirigencia.
2-El mejor desempeño de la economía en los primeros meses del año, periodo en el cual se han logrado marcas históricas es la llegada de remesas, en niveles absolutos de empleo o en exportaciones, con lo que sea ha creado un clima más favorable para la gestión de López Obrador.
3-Faltando pocos días para que comiencen las campañas electorales en el Estado de México, la ventaja favorable a Morena en la entidad con el padrón electoral más grande del país sigue siendo muy elevada, de entre 8 y casi 20 puntos, según encuestas diversas. Con solo dos meses de campaña, se ve cada vez más difícil remontar esa ventaja.
A este cuadro se suma el hecho de que Movimiento Ciudadano haya decidido no presentar candidatos para las gubernaturas de los estados de México y Coahuila, lo que, por lo menos en Edomex, favorece a Morena.
Hay también desventajas para el partido del presidente.
1-La confirmación de la capacidad de convocatoria de las organizaciones ciudadanas opuestas al régimen. El hecho de que la segunda movilización organizada por grupos ciudadanos a nivel nacional haya sido aún más exitosa que la primera muestra que hay un gran potencial de oposición al gobierno, sobre todo de la clase media que espera ser convocada para movilizarse.
2- La independencia del Poder Judicial. Diversas decisiones tomadas tanto por jueces, como por magistrados e incluso por ministros, han demostrado la independencia del Poder Judicial, en casos en los que el gobierno de López Obrador ha realizado cambios que pueden ser considerados inconstitucionales. Esto adquiere gran relevancia en el contexto del llamado Plan B que pretende debilitar fuertemente al Instituto Nacional Electoral (INE). El caso más claro y señalado es la reinstalación de Edmundo Jacobo como Secretario Ejecutivo del INE.
3- Han emergido candidatos que no tienen perfil partidista entre la oposición, como es el caso de Gustavo de Hoyos y José Ángel Gurría. O bien, otros que se sabía que aspiraban, ahora han hecho públicas sus aspiraciones de manera más clara, como el caso del gobernador de Yucatán, Mauricio Vila.
Estamos aún lejos de contar con candidaturas opositoras competitivas, pero ya hay muestras de que pueden surgir.
AMLO refirió varias veces ayer a Juan Andrew Almazán.
Si la alianza opositora pusiera a competir a un “Almazán”, quizás pudiera aspirar a una candidatura testimonial y valiente. Pero, lejos del poder.
Es tiempo de que la oposición decida si quiera a un “Almazán” del siglo XXI o compite con un candidato que realmente arrastre.