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Iberdrola: las razones y las sinrazones

La adquiriente de las plantas será una entidad jurídica que tendrá como controladora al Fonadin, que se quedará con 51% del capital y 49% será para inversionistas institucionales.

El secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, expuso el miércoles pasado la estructura financiera con la que se realizará la compra de 13 plantas de Iberdrola.

Con la explicación, se entienden algunas razones y siguen presentes diversas sinrazones.

Permítame enumerar lo más importante.

1.- La forma en que se hará la compra.

De acuerdo con lo indicado, la adquiriente de las plantas será un vehículo, es decir, una entidad jurídica que tendrá como controladora al Fonadin, que tendrá 51 por ciento del capital, mientras que inversionistas institucionales se quedarán con 49 por ciento. El capital aportado a la nueva entidad será de 45 mil millones de pesos.

La gestión de la compra a nombre de los inversionistas corresponderá a la empresa privada Mexico Infrastructure Partners (MIP).

Otra parte de la adquisición será apalancada, es decir, se realizará a través de financiamiento tanto de la banca de desarrollo como de bancos comerciales o incluso mediante colocación de instrumentos en el mercado por el orden de 66 mil 500 millones de pesos.

2.- Los flujos generados por las plantas serán la fuente para pagar el financiamiento.

Diez de las plantas adquiridas tienen la figura de Productores Independientes de Energía (PIE), los cuales venden la totalidad de la energía que generan a la CFE. De los pagos que realice la CFE a la entidad que ahora será la propietaria de las plantas saldrán los recursos para cubrir el costo del financiamiento.

Los estimados de Hacienda señalan que en un plazo de 10 años se recuperarán los recursos invertidos y a partir de ese año empiezan a darse flujos positivos netos.

3.- Las plantas tienen diversas edades, pero no son chatarra.

La edad promedio, ponderada en función de la capacidad de generación, es de 12 años, lo que se compara muy favorablemente con los 33 años promedio que tienen las de la CFE. En comparación con las de la empresa estatal, las plantas resultan relativamente nuevas.

¿Cuáles son algunas de las sinrazones que persisten?

1.- No sabemos por qué se tuvo que dar esta adquisición.

La compra de las plantas no agrega capacidad neta de generación eléctrica al país. Si el objetivo fuera asegurar la provisión de electricidad para el futuro, hubiera sido mejor asignar recursos a la generación de nueva capacidad.

2.- La compra de las plantas no implica que las plantas propiedad de la CFE generen la mayoría de la electricidad en México.

Las plantas que son propiedad de la CFE generan actualmente 39 por ciento de la electricidad en el país. Este porcentaje no cambiará porque las plantas compradas a Iberdrola no van a ser propiedad de la CFE. A pesar de que las operará y recibirá por ello un pago de la entidad que las adquirió.

Si a la electricidad generada por plantas propias de CFE se suma la generada por las empresas que tienen la figura de PIE y que entregan toda su energía a la CFE, entonces el porcentaje del mercado que ya tiene la empresa eléctrica es de 68 por ciento, es decir, ya tiene más de las dos terceras partes.

3.- La explicación del porqué de la operación.

De acuerdo con personas cercanas a la transacción, el gobierno ya había tomado la determinación de reducir la presencia de Iberdrola en México, empresa con la que aparentemente el presidente López Obrador y Manuel Bartlett tenían un pleito personal.

Algunos lo atribuyen al hecho de que Felipe Calderón fue consejero en la filial de Iberdrola en Estados Unidos.

Como resultado de los litigios, ya había tres plantas de la empresa española paralizadas.

Una opción que tenía el gobierno era expropiar activos, lo que hubiera tenido un alto costo económico por tener que indemnizar y un mayor costo político.

La otra opción fue comprar, diseñando un esquema que fuera viable financieramente para el gobierno y atractivo para Iberdrola, que reduciría el riesgo de operar en un ambiente aversivo con frecuentes enfrentamientos con el gobierno.

La razón de la compra, todo indica, fue ideológica.

La ideología implica más de 100 mil millones de pesos de recursos que pudieron haber sido asignados a otros propósitos socialmente legítimos como el combate a la pobreza, la salud, la educación o la creación de infraestructura.

Pero, todo sea por la retrógrada visión de regresar al mundo de la década de los 70.

Y el costo de esa fantasía lo pagaremos todos.

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