El día de ayer, el tipo de cambio del peso frente al dólar terminó operaciones en 17.90, el nivel más bajo para un cierre de día desde el año 2017.
¿Cuál es la razón de que haya alcanzado ese nivel y cuál es la perspectiva que se ve en el horizonte?
Aunque no hay cambios significativos respecto a otros momentos en los que nuestra moneda le ha ganado terreno al dólar, es conveniente subrayar las razones.
1.- La Reserva Federal, el banco central de Estados Unidos, sugirió ayer que el aumento de un cuarto de punto en las tasas de interés que anunció podría ser el último de este ciclo de alzas.
No lo dijo abiertamente, pues el lenguaje de los bancos centrales tiende a ser elíptico y muy pocas veces directo. Pero su señalamiento de que observará la evolución futura de variables económicas para determinar la próxima decisión fue entendido por los mercados como la indicación de que habrá una pausa y, por lo pronto, habremos llegado al techo de las tasas en este ciclo.
El resultado fue un debilitamiento del dólar frente a otras divisas, sobre todo de mercados emergentes.
2.- La siguiente reunión en la cual la Fed decidirá el curso de las tasas de interés está programada para concluir el 14 de junio. Para esa fecha, es muy probable que haya tensión en los mercados financieros por el debate que existe en torno al techo de la deuda en Estados Unidos.
En esa circunstancia, paradójicamente, aunque exista el riesgo de un incumplimiento de pagos de los compromisos financieros del gobierno de Estados Unidos, es probable que la aversión al riesgo que se puede producir genere una tendencia alcista en el precio del dólar, pues quizás haya fondos que modifiquen sus portafolios y vendan activos de países como México, lo que podría producir un incremento del precio del dólar.
3.- Los factores estructurales que han propiciado el fortalecimiento del peso frente al dólar no se han modificado. A pesar de los signos de una desaceleración económica en Estados Unidos, los volúmenes de las exportaciones mexicanas siguen siendo altos; las remesas también han desacelerado su crecimiento, pero su nivel absoluto continúa muy elevado; el diferencial de tasas de interés entre México y EU seguirá muy amplio, aun si el Banxico no incrementara la tasa el próximo 18 de mayo; es de esperarse que los datos de inversión extranjera directa para este año (descontando el efecto de la compra de las plantas de Iberdrola cuando ocurra la operación) sean superiores a los de 2022, por citar solo algunos de los factores más importantes.
4.- El gobierno sí influye en la paridad, pero solo indirectamente. Al mantener un balance fiscal manejable, con un nivel de deuda pública sobre el PIB que no está muy arriba de 50 por ciento, se generan condiciones de certidumbre entre los inversionistas, que no ven riesgos de una crisis fiscal en el corto plazo.
La debilidad de la recaudación que vimos en marzo tiene explicaciones coyunturales y es probable que se corrija en los meses de abril y mayo, al término del periodo de presentación de declaraciones anuales.
En otras palabras, el gobierno no puede atribuir la fortaleza del peso frente al dólar al éxito general de su política económica, pero la disciplina fiscal que se ha mantenido sí ha contribuido a la certidumbre de los inversionistas.
Solo le insisto en que, así como en esta ocasión una coyuntura externa favoreció al fortalecimiento de nuestra moneda, es probable que en el mes de junio tengamos otra coyuntura que la debilite.
No le quite la atención al problema del “techo de la deuda” en Estados Unidos, pues me temo que en las próximas semanas nos va a quitar el sueño. Regresaremos a este tema próximamente.
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