En la mañanera del lunes pasado, en la cual por cierto el presidente de la República estaba de excelente humor, refirió que muchos no creen que él no vaya a definir al candidato presidencial de Morena.
Refirió que incluso algunos de sus conocidos cercanos piensan que, a la hora de la hora, será él quien habrá de decidirlo o por lo menos, va a dar una señal que indique en qué sentido deben inclinarse los simpatizantes de Morena.
Y subrayó que, aunque no lo crean ni adversarios ni amigos, no habrá dedazo y que será la gente la que decida.
Muchos no lo creen, pero pareciera que, por lo menos, quien sí lo cree es Marcelo Ebrard.
El anuncio hecho por el canciller ayer anticipando su renuncia el próximo lunes, con independencia de las decisiones que se tomen en la reunión del domingo del Consejo Nacional de Morena, ya establece un marco para las decisiones que habrán de tomarse.
La movida de Ebrard podría leerse como una forma de empujar a que las reglas impongan salidas prontas de sus cargos a los aspirantes, especialmente de Claudia Sheinbaum y del secretario de Gobernación, Adán Augusto López.
Ninguno de los últimos dos ve con simpatía dejar pronto sus puestos, pues gracias a ellos tienen una visibilidad que permite aventajar a otros.
Me parece que, si el presidente López Obrador les ha dicho, aun a los muy cercanos, que no tiene una decisión tomada, se puede interpretar también como el hecho de que el juego sigue abierto.
¿Tendría sentido que Ebrard decidiera renunciar a la Secretaría de Relaciones Exteriores en el caso de que él considerara que el presidente López Obrador ya lo descartó?
Adán Augusto López sabe que también tendría su última oportunidad para crecer cuando todos hayan renunciado.
Otro cambio relevante si el domingo se exigen renuncias de los aspirantes es que podría generarse la percepción de que AMLO no tiene una decisión definida, lo que podría contener la ‘cargada’ que ya se ha dado a favor de la jefa de Gobierno.
AMLO sabe que él sigue teniendo la autoridad dentro de los militantes y simpatizantes de Morena, por lo que cualquiera puede ganar en una encuesta si él emite alguna señal hacia algún personaje, cosa que él dijo que no haría.
Todavía hay muchos que seguirán pensando que, como eran los viejos priistas, AMLO disfruta con este juego de fintas y creación de ilusiones, para que al final, acabe tomando la decisión que considere más conveniente para la continuidad de su proyecto.
No puede olvidarse el estilo de Adolfo Ruiz Cortines, quien prácticamente engañó a todo mundo y al final optó por uno de los menos esperados: Adolfo López Mateos.
AMLO puede celebrar el triunfo del Edomex, pero tenga la certeza que analizó los datos que ayer le presentamos y que señalan que la competencia es más cerrada de lo que pareciera en primera impresión, por lo que no va a respaldar una candidatura que pueda conducir a perder una elección.
En todo caso, me parece que el ejercicio que está haciendo y que conducirá a desarticular su gobierno y el de la capital, es una jugada de riesgo que no tomaría si considerara que la 4T tiene ya la elección ganada.
Quizás AMLO sea más prudente en sus juicios respecto a la perspectiva política que muchos de sus partidarios.