Coordenadas

INE: un árbitro sin tarjetas ni silbato

Enrique Quintana advierte que las actividades claramente de precampaña que Morena y la Oposición están haciendo puede sentar un precedente peligroso.

El INE se está convirtiendo en un árbitro que no quiere marcar faltas en el juego y menos aún sacar tarjetas.

La resolución de la Comisión de Quejas, con los votos a favor de los consejeros Rita Bell y Jorge Montaño, para no imponer medidas cautelares a las actividades de las ‘corcholatas’, conducirá probablemente a que el tema se vaya al Tribunal Electoral.

Este tema deberá ser abordado en primera instancia en la Sala Regional Especializada y posteriormente, de ser necesario, llegaría a la Sala Superior.

No se ve sencillo que el Tribunal tenga el consenso y la fuerza para detener las actividades de los precandidatos de Morena.

Subrayo el término “precandidatos” porque en términos fácticos es lo que son.

La denominación de “aspirantes a la coordinación de la defensa de la cuarta transformación” o como se le quiera llamar, es una simple cortina de humo.

Si no se impide que Morena siga con las precampañas adelantadas, será prácticamente imposible que puedan resolver algo diferente en lo que toca a las actividades del llamado Frente Amplio Opositor.

En la medida que toleren las precampañas adelantadas de Morena y sus aliados, tendrán que hacerlo también en el caso de los partidos que buscan el establecimiento de este Frente.

La visión de algunos es con ello nos vamos a acercar a una condición de equidad en la competencia electoral, y por lo tanto, el hecho de que no se apliquen de manera estricta de la ley no tendrá mayores consecuencias.

Sin embargo, otra visión señala que sí puede haber consecuencias graves por el hecho de que se está sentando un precedente al ignorar la legislación electoral, lo que en el futuro puede llevar a actitudes en donde los competidores simple y llanamente se salten las reglas bajo la premisa de que no habrá consecuencias.

El símil de un partido de fútbol es muy claro. Cuando un equipo empieza a cometer faltas que no son marcadas por el árbitro, si el otro equipo sigue las reglas estrictamente, va a quedar en desventaja.

El incentivo para ignorar el arbitraje a lo largo del juego es muy grande. Y cuando el árbitro pierde el control de una competencia, sea un partido de futbol o una elección, entonces puede haber escenarios graves si las faltas van escalando.

Puede entenderse la prevención de algunos de los aspirantes del Frente Opositor que han tomado la decisión de no contender debido a que el proceso podría estar violando la ley electoral.

Sin embargo también es entendible la decisión de los que sí han aceptado competir, aún con ese riesgo, pues saben que si no se le da una presencia mayor a la oposición cuando Morena ya está haciendo campaña, puede haber una ventaja decisiva en el momento en el que el proceso comience formal y legalmente.

Así que, los opopsitores encontraron el recurso de armar una competencia para elegir al responsable del Frente Opositor, cuando todos sabemos que se va a elegir a un candidato presidencial.

Todo esto podría haberse evitado si el árbitro hubiera tenido desde el principio el criterio de marcar las faltas y señalar a Morena que su proceso para elegir al supuesto coordinador en realidad es una precampaña adelantada que viola la ley, por lo que debía haberse prohibido.

Si se hubiese sentado este precedente, entonces el Frente Opositor tendría que haber esperado los tiempos legales pues quedaría claro que la autoridad electoral no le iba a permitir el realizar actividades que son realmente preelectorales.

En este contexto, nuestro mayor riesgo es que si la contienda del 2024 resulta cerrada, con un árbitro permisivo, podemos llegar a la elección de junio con la amenaza de un conflicto postelectoral, sea cual sea el resultado.

Después de las elecciones del 2006 y la expresión de descontento de López Obrador y su movimiento, en México prácticamente ya no hemos tenido conflictos postelectorales.

Una de las cualidades que logramos como país es un sistema electoral que ha permitido la estabilidad política y las transiciones sin mayor sobresalto.

El debilitamiento del árbitro puede terminar con esa etapa y abrirle la puerta a otra en la cual las diferencias ya no se resuelvan mediante la competencia electoral sino a través de movilizaciones callejeras, presiones a la autoridad, y lamentablemente, incluso a través de la violencia.

Ojalá seamos conscientes de ese riesgo.

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