Coordenadas

Arma secreta: el jefe de campaña de Xóchitl

La senadora Xóchitl Gálvez tiene ahora una ventaja con la que no contaba, gracias al trabajo del mejor jefe de campaña que hubiera podido imaginar.

Xóchitl Gálvez, quien ayer se registró como aspirante a convertirse en responsable del Frente Amplio opositor, tiene una ventaja respecto a los demás contendientes: su jefe de campaña.

Todo comenzó en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), en noviembre del año pasado.

En ese evento, Xóchitl dijo lo siguiente:

“Yo estoy de acuerdo en apoyar a los que menos tienen, por supuesto que estoy de acuerdo en esas transferencias, pero me parece que es insuficiente. Algo que aprendí de mi abuelo es ganar tu comida trabajando y creo que lo que tenemos que hacer es que estos apoyos sean temporales, darles habilidades, educación, certificación y competencias laborales, generar fuentes de empleo para que la gente pueda salir adelante”.

El lunes 5 de diciembre, durante la conferencia mañanera, el presidente López Obrador aludió a las declaraciones de la senadora señalando que ella estaba proponiendo la eliminación de los programas sociales.

Xóchitl, que no se caracteriza por dejarse, reclamó y dijo que no había propuesto eso, por lo que pidió espacio en la conferencia mañanera para precisar su dicho.

El presidente López Obrador le negó la posibilidad de acudir a hacer su aclaración, mandándola a… otras tribunas, y la senadora señaló que entonces acudiría a la autoridad judicial a reclamar su derecho de réplica.

A pregunta expresa, AMLO señaló entonces que si un juez se lo ordenaba, entonces le otorgaría el espacio.

Pues resulta que Xóchitl acudió al Poder Judicial y tras varios meses, el 7 de junio consiguió que se le otoRgara un amparo para acudir a la mañanera y hacer valer su derecho de réplica.

La senadora llegó en su bicicleta a Palacio Nacional el 12 de junio, con su amparo, exigiendo entrar a la mañanera.

Pues le dieron con la puerta en la nariz… y se construyó una candidata.

Por meses y meses, la senadora Gálvez había dejado saber que su aspiración era contender en la Ciudad de México.

Pero, tras los acontecimientos en Palacio, más y más personas de organizaciones ciudadanas, le insistieron a Xóchitl que no limitará su aspiración a la jefatura de Gobierno, sino que la amplificara al país completo.

La convencieron y esta semana afirmó su decisión de ir por la Presidencia y ayer se inscribió formalmente.

Desde hace varios días, el presidente López Obrador ha mencionado a Xóchitl Gálvez continuamente en la mañanera.

Y ayer, tras ofrecer que iba a dar a conocer quién sería el o la candidata de la oposición a la Presidencia, reveló que sería Xóchitl porque la habían elegido los grupos de poder y las oligarquías.

López Obrador transformó a la senadora Gálvez, de una buena candidata a la jefatura de Gobierno de la CDMX en la favorita para ganar la candidatura a la presidencia de la República por parte de la oposición.

Pero no solo eso, sino la transformó en un personaje que generó una verdadera marea en redes sociales y que, si logra el respaldo de las maquinarias partidistas, podría llevar esa marea a los votantes.

Sin Xóchitl, López Obrador podría estar muy tranquilo esperando a que las oposiciones definieran sus candidatos entre personajes enraizados en la historia y las jerarquías partidistas.

A AMLO ya se le quitó el sueño cuando vio a una candidata a la que no entiende bien y que se le puede salir de sus parámetros.

Pero, lo peor para él mismo es que esta misma semana le dedicó los dos primeros días de la mañanera en cuestionarla… y por lo mismo posicionarla.

Tal vez ya olvidó que su gran jefe de campaña en el 2005 fue Vicente Fox, cuando trató de desaforarlo.

Y eso lo catapultó a escala nacional.

A López Obrador le gana el orgullo y cree que al desacreditarla, está hundiendo a Xóchitl, cuando lo que está haciendo es encumbrarla más y más.

No sé qué pase en el proceso de selección de los candidatos opositores, pero creo que la senadora Gálvez está con una ventaja que quizás no contaba, al tener al mejor jefe de campaña que hubiera podido imaginar.

¡Y sin que le cobre nada!

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