Desde hace algunas semanas se ha presentado en redes sociales y en conversaciones diversas el señalamiento de que, tras la irrupción de Xóchitl Gálvez como aspirante a coordinar el Frente opositor, el resto de los candidatos debería declinar con objeto de que ella, desde ahora, fuera la candidata única.
Le puedo asegurar que eso no va a ocurrir.
No solamente porque implicaría cambiar en el camino las reglas del juego que el Frente ha establecido, sino porque impediría que durante los próximos meses la aspirante favorita pudiera mantenerse con una actividad proselitista equiparable a la que realizan las llamadas ‘corcholatas’, es decir, los aspirantes de Morena.
Ya le hemos comentado en diversas ocasiones que es probable que en ambos casos (Morena y el Frente) se esté violando la ley en la medida que, de una u otra forma, se ha disfrazado un proceso para elegir al candidato presidencial planteando que es “otra cosa”.
Se supone que es un procedimiento interno en el caso de Morena y la selección del coordinador de un Frente, que no tiene propósitos electorales, en el caso de los opositores.
Es claro que en el caso de los aspirantes de Morena, mientras la autoridad no lo prohiba, van a seguir haciendo sus recorridos y desarrollando su actividad proselitista durante las siguientes semanas, hasta el momento en que se levanten las encuestas que presuntamente serán las que definan al abanderado de la cuarta transformación.
Esas actividades pueden ser rutinarias y aburridas, sin embargo, el hecho de que haya seis personajes realizando movilizaciones en todo el país suma, y podría dar una ventaja significativa a Morena, frente a la oposición.
En el caso del Frente opositor, sería prácticamente imposible justificar que la candidata favorita para dirigirlo pudiera realizar actividades proselitistas si se tratara de la única persona que compite para quedarse con la coordinación de dicho Frente.
Por esa razón, tendrá que seguir buscándose la obtención de las firmas, con objeto de pasar a la siguiente etapa.
Es probable que, al menos, tres o cuatro de los aspirantes logren rebasar el techo de las 150 mil firmas distribuidas al menos en 17 entidades de la República.
Igualmente debe darse el debate, que por lo pronto se propone para el Foro del 10 de agosto, en el cual habrá oportunidad de contrastar las posiciones.
Es cierto que la mayor parte de los círculos conocedores del ambiente político en México percibe que la senadora Gálvez será la triunfadora de este proceso.
Pero una cosa es proyectarlo o suponerlo, y otra muy diferente es excluir al resto de la competencia, dándolo por hecho.
A la propia Xóchitl no le conviene quedar en este momento como el único personaje opositor en la escena.
En los últimos días ya hemos percibido claramente que el poder público va a buscar por todos los medios descarrilar su posible candidatura.
Por ello Xóchitl tendrá que blindarse en términos jurídicos, en términos personales, en términos políticos, para poder resistir las crecientes presiones que tendrá en las próximas semanas.
Pero, además, deberá evolucionar, pues hasta ahora no ha desarrollado una estructura que la respalde y le permita realizar de la manera más eficiente su actividad en el país.
Su caso es parecido al de aquellas pequeñas empresas que crecen de manera muy rápida y por lo mismo, no cuentan con la estructura administrativa adecuada para hacerle frente a los cuantiosos pedidos que reciben.
Si Gálvez quiere mantenerse realmente en la competencia, ya no sólo contra los otros aspirantes del Frente opositor, sino también frente a los de la 4T, deberá evolucionar muy rápido y desarrollar una estructura que le dé soporte, pues de lo contrario, ella misma haría agua al verse rebasada.
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