Xóchitl Gálvez será casi seguramente la candidata presidencial del Frente Opositor.
Y no es imposible que también lo pueda ser de Movimiento Ciudadano.
Hace un par de meses, como ya le habíamos comentado en este espacio, ella apenas aspiraba con dificultades a contender por la candidatura de la Ciudad de México.
En un lapso breve la panorámica cambió radicalmente.
¿Qué ocurrió detrás de este proceso? ¿Qué escenarios son los que pueden perfilarse a partir de lo que hemos visto en las últimas semanas?
Por varios meses, los partidos opositores, reunidos antes de manera informal, y luego buscando formalmente la constitución de un Frente, buscaban a un candidato a la presidencia que fuera viable para las tres fuerzas políticas de la oposición.
En un principio parecía algo complicado por la abundancia de los prospectos y la falta de alguien que tuviera respaldo generalizado. Los priistas no tenían respaldo de los panistas y viceversa. El PRD mantenía meramente un papel testimonial, debido a su pobre presencia.
Hacia el mes de febrero, empezó a circular entre organizaciones no gubernamentales, así como en ciertos círculos políticos la posibilidad de que la senadora Xóchitl Gálvez fuera la respuesta al acertijo de buscar una persona con respaldo amplio.
La senadora no tiene identidad panista a pesar de formar parte del blanquiazul. Sus opiniones políticas son mucho más liberales que las de los panistas promedio, por lo que pueden encontrar respaldo de priistas y perredistas.
Pero, además, también se le empezó a ubicar como una de las pocas políticas o políticos en activo que eran capaces de hablarle a la base electoral, incluyendo la de Morena, en su lenguaje y con argumentos que eventualmente podrían convencerla.
No a la base más dura de Morena, que no va a escucharla ni de broma, pero sí a una parte del electorado que en 2018 votó por AMLO.
Los resultados de las mediciones al término del mes de julio indican que la irrupción de Xóchitl en la escena política nacional es contundente.
Probablemente, la última ocasión que tuvimos un impacto político de esta dimensión fue en los años de 1998 y 1999, cuando Vicente Fox se convirtió en candidato del PAN a la presidencia de la República.
Como en aquel entonces se trató de un personaje que estaba fuera de los circuitos tradicionales de los políticos y que cambió la lógica de la competencia electoral.
Probablemente, sin un personaje como Fox, Labastida hubiera ganado la elección del 2000.
Y con esto no quiero decir que el perfil de Xóchitl sea equiparable al de Vicente Fox.
La senadora Gálvez tiene muchos más recursos intelectuales, experiencia y una visión de país de la que carecía el exgobernador de Guanajuato.
Pero el tema ahora es que Xóchitl Gálvez necesita asumirse como esa candidata disruptiva que tiene que polarizar y electrizar el ambiente electoral mexicano.
Xóchitl, hasta ahora, sigue siendo formalmente una más de las personas que aspiran del frente opositor, pero ya es mucho más que eso.
Dudo mucho que Movimiento Ciudadano, pese a todas sus resistencias, vaya a poder mantenerse al margen si el fenómeno Xóchitl crece.
Creo que en el mes de diciembre van a anunciar su respaldo a la senadora Gálvez.
Y ese hecho va a generar una nueva dinámica política en el 2024.
Será muy complicado para el gobierno de López Obrador y para cualquiera que resulte el prospecto de Morena lidiar con la circunstancia de una candidata con posibilidades reales de ganar.
Por eso la determinación de hundir a Xóchitl ahora, antes de que vaya a ser imposible en unos cuantos meses.