Money Week es una popular revista británica dedicada a las inversiones.
Se orienta a un segmento que busca consejos respecto a dónde invertir y aunque no tiene el abolengo y la influencia de The Economist, es un medio popular e importante.
Su número más reciente titula su portada: “Mexico’s moment. Invest in the fiesta”, que ilustra con una joven pegándole a una piñata de la que caen monedas, lingotes de oro y barriles de petróleo.
El artículo de portada cuenta cómo la guerra económica entre Estados Unidos y China, perjudicial para el mundo en su conjunto, ha creado sin embargo, algunos ganadores. El más importante de ellos es México, que está aprovechando el nearshoring, y que lo puede convertir en una fiesta que “apenas está comenzando”.
El texto cuenta cómo nuestro país se ha convertido en un gran exportador de manufacturas, con mucho, el mayor de América Latina y tiene hoy las mayores oportunidades de crecimiento.
Sin embargo, refiere también que seguramente muchos lectores británicos –el público hacia el que se dirige la publicación– conocen la mala fama del país por la situación de inseguridad que existe.
Además, el otro problema que identifica para los potenciales inversionistas es el “estatismo” de López Obrador, que, por ejemplo, ha frenado fuertemente al sector energético.
Pero, al mismo tiempo pondera la fortaleza de las instituciones mexicanas como el Banco de México o la Suprema Corte de Justicia.
La gran pregunta, dice la publicación, es quién sucederá a AMLO en 2024, y hace suya una reflexión de Michael Sttot, editor para América Latina del Financial Times, quien afirma que cualquiera que lo suceda –si proviene de Morena– será menos popular y carismático, por lo que tendrá menos capacidad para frenar el incontenible impulso de la economía mexicana a integrarse más fuertemente a la de EU en virtud del nearshoring.
La publicación revela el atractivo que está ejerciendo México desde hace meses en círculos mejor informados y que ahora llega a incluso a revistas populares que buscan asesorar al gran público.
Pero no se trata solo de un conjunto de opiniones respecto a las perspectivas del país.
Las cifras que el INEGI dio a conocer el viernes pasado sobre la inversión productiva muestran que hay muchos elementos de realidad en estas percepciones.
El nivel alcanzado por la inversión fija bruta en mayo ya fue el mayor de la historia y registró un crecimiento de 15.1 por ciento respecto al mismo mes de 2022.
Es cierto que apenas viene de regreso, luego de un retroceso que empezó a partir de julio de 2018, mes en el que se había alcanzado el máximo, pero la tendencia es claramente alcista.
Incluso, puede caracterizarse como un boom. Por ejemplo, respecto a mayo de 2021, el crecimiento es ya de 20.2 por ciento.
Pero, incluso la construcción, que estaba estancada o en retroceso, creció a un ritmo superior al 12 por ciento.
Es claro que este disparo de la inversión tiene que ver con el impulso referido por la publicación británica. No solo por la llegada de nuevas empresas sino por el impulso que han adquirido las inversiones de las firmas que ya están establecidas.
Hay muchos que no se quieren quedar fuera de la fiesta y están planeando fortalecer sus operaciones en el país para aprovechar este impulso.
Hay un evidente cambio de ánimo entre los inversionistas que puede conducir a un crecimiento más acelerado si el gobierno, en particular las instituciones del sector energético, no se convierten en cuellos de botella que impidan la realización de esas inversiones.
¿Dejaremos ir este momento o tendremos, como país, la habilidad para aprovecharlo?
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