Coordenadas

La fragilidad de las encuestas en la selección de candidatos

Las encuestas que hagan Morena y el Frente Opositor para definir a sus representantes podrían causar algunas inconformidades, considera Enrique Quintana.

En el momento en el que usted esté leyendo este texto, tanto el Frente Opositor como Morena y sus aliados, o ya habrán empezado o están por empezar el levantamiento de las encuestas que deberán definir a las personas que serán sus candidatos o candidatas presidenciales.

Obviamente no los identificarán de esa manera, pero todos sabemos que lo serán.

Cada uno de los bloques optó por usar encuestas como mecanismo único o al menos parcial para seleccionar a su candidato.

Sin embargo, la razón es diferente en cada caso.

Morena tiene integrado este método en sus estatutos y desde que algunos de sus actuales dirigentes estaban en el PRD usaban este recurso, que por cierto generó reclamos e inconformidades en algunos casos muy recordados, como la elección de AMLO como candidato presidencial en 2012 o la de Claudia Sheinbaum como candidata a la Jefatura de Gobierno de la CDMX en 2018.

En el caso del Frente Opositor no hay antecedentes pues ni el PAN ni el PRI, las principales fuerzas políticas que lo integran, usan las encuestas como procedimiento de selección de sus candidatos.

Sin embargo, lo inédito del proceso condujo a buscar en una mezcla de recolección de firmas, encuestas y elecciones primarias, como parte de la fórmula para definir a su candidato.

Las inconformidades surgidas hasta ahora en el proceso de selección del Frente no han tenido que ver con las encuestas sino con la captación de firmas.

Pero no se puede descartar que, en la última fase de los procesos, el tema de las encuestas pueda derivar en inconformidades.

Las encuestas, por definición, son instrumentos de medición de opinión, basadas en métodos probabilísticos.

Pero, además, los resultados que se obtengan dependen de factores como el cuestionario que se aplique o la forma de hacer los cuestionamientos (por ejemplo, si se hace con boleta simulada o entrevista verbal).

Pero también depende de la confección de la muestra a la que se habrá de entrevistar, de la tasa de rechazo en las entrevistas, del método de recolección de las opiniones, por ejemplo, si es a través de entrevistas en domicilios o mediante llamadas telefónicas. Puede ser relevante también el periodo de levantamiento de las entrevistas (no es lo mismo levantar la encuesta en un día que en una semana entera) o lo robusto del proceso de supervisión.

En suma, levantar encuestas no es una ciencia exacta, aunque a veces a algunos lo parezca.

Por eso, aún sondeos razonablemente diseñados y aplicados pueden arrojar resultados diferentes.

Un recurso que es perfectamente válido en la investigación puede tener complicaciones si se usa como el principal mecanismo para la selección de candidatos.

En la próxima semana ya se habrán hecho los levantamientos necesarios para definir los candidatos de las dos principales fuerzas políticas, el Frente Opositor y Morena, y los días 3 y 6 de septiembre respectivamente se darán a conocer los resultados.

La selección de candidatos a puestos de elección popular es una decisión política, no puede perderse de vista ese hecho.

Una encuesta no es una elección y menos aún una elección constitucional.

Los procesos electorales implican la posible asistencia de toda la lista nominal de electores, pero sobre la base de la decisión de los ciudadanos de acudir a votar.

Una encuesta implica la confección de una muestra, es decir, una parte razonablemente representativa de un universo. Y en ese proceso de confección puede haber discrepancias entre las diversas empresas que las elaboran.

Será un gran desafío para las encuestas y encuestadores, que el desenlace de estos procesos sea satisfactorio para los participantes.

Aunque la realidad es que más que para los encuestadores, el mayor desafío de este proceso será para los políticos y los ciudadanos.

Ojalá resulte bien.

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