Cuando los inversionistas foráneos evalúan la situación financiera del país ponderan el buen manejo de las finanzas públicas en los últimos años… pero expresan sus dudas respecto a la viabilidad de Pemex.
El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) estima que de 2019 al primer semestre de este año el gobierno ha apoyado a Pemex con 908 mil millones de pesos a través de capitalizaciones, estímulos fiscales y demás.
Además, la reducción del Derecho de Utilidad Compartida a la petrolera, de 60 por ciento en 2019 al 40 por ciento vigente, ha implicado un menor desembolso para la petrolera del orden de 415 mil millones de pesos.
En estas condiciones, se podría pensar que, con más de 1.3 billones de pesos adicionales en los últimos años, se tendrían a estas alturas del sexenio, resultados muy favorables para la empresa pública.
Pues no.
Empecemos con el indicador más usual: la producción de petróleo.
La producción de petróleo crudo sin condensados alcanzó en 2018 un promedio diario de 1 millón 813 mil barriles diarios.
En el mes de julio de 2023 se produjeron 1 millón 573 mil barriles diarios en promedio y en los primeros siete meses del año la cifra fue de 1 millón 595 mil barriles, lo que significa una caída de 12 por ciento en el lapso considerado.
Bueno, uno podría pensar que como ahora el propósito es refinar cada vez más, tendría que apreciarse un alza significativa en la refinación de gasolinas. En 2018 la producción diaria de gasolinas fue de 207 mil barriles diarios y en los primeros siete meses del 2023 se alcanzaron los 271 mil barriles por día. La gran estrategia nos ha dado un alza de apenas 64 mil barriles adicionales procesados.
Las importaciones de gasolinas, que suman 374 mil barriles por día, siguen siendo 38 por ciento superiores a la producción interna.
Bueno, bueno, pero quizás a lo que haya que ponerle énfasis es a los resultados financieros de la empresa.
En el primer semestre de este año, Pemex obtuvo utilidades consolidadas de 82 mil millones de pesos. El problema es que, en los primeros cuatro años de esta administración, las pérdidas acumuladas ascendieron a 1 billón 28 mil millones de pesos.
La visión de la mayoría de los expertos en el mundo es que el modelo operativo de Pemex es perdedor.
Es decir, no es asunto de que maduren inversiones o den frutos algunos programas, no. El problema es que el deterioro financiero y operativo va a agravarse conforme pase el tiempo, lo que exigiría más y más aportaciones del gobierno federal.
La deuda financiera de Pemex, a pesar de ya no haber crecido en los últimos años está en 110 mil millones de dólares.
Entre enero de 2024 y junio de 2027, la petrolera debe pagar el 34 por ciento de su deuda total, casi 38 mil millones de dólares.
Sobre la base de estas cifras, la visión que existe es que gane quien gane las elecciones tendrá que dar un giro dramático a la política petrolera de AMLO, quizás cerrando varias refinerías, que son las que ocasionan la mayoría de las pérdidas, enfocándose solo en proyectos rentables en el área de producción y restableciendo las rondas para volver a atraer inversión privada que permita aumentar la producción y la renta petrolera para el gobierno sin mayores desembolsos por parte del Estado.
Generar una empresa más pequeña y que sea rentable para que gradualmente vaya bajando su deuda, sería la única salida para la petrolera, quede quien quede en el gobierno.
Si ganara alguien de Morena e insistiera en seguir con la estrategia de este gobierno, acabaría hundiendo a las finanzas públicas arrastradas por las de Pemex.