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El tiempo electoral ‘comienza’ mañana

El proceso electoral de 2024 será largo y probablemente tormentoso, que va a poner a prueba la madurez de las instituciones y también de la sociedad mexicana.

No hay fecha que no llegue ni plazo que no se cumpla. Mañana jueves comenzará formalmente en México el periodo electoral federal.

Y digo “formalmente” porque la realidad es que, desde hace muchos meses, estamos metidos de lleno en la competencia electoral.

Pero, por fechas legales, ya estamos en el camino de la realización de uno de los procesos electorales más grandes y complejos de la historia.

Aunque toda la atención se ha puesto al preludio de las elecciones presidenciales, y la elección de quienes encabezarán a las dos principales fuerzas políticas, no hay que perder vista que se renuevan también las dos cámaras del Congreso y se eligen ocho gobernadores y al jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

Además, en 31 de las 32 entidades federativas se renueva su congreso local y en 30 entidades hay elecciones de alcaldes.

En total, habrán de renovarse 10 mil 263 cargos públicos.

Es decir, se trata de uno de los cambios de poderes más grandes de la historia por la realización de elecciones concurrentes.

Pero, además de su dimensión, algo fundamental será su complejidad.

En los comicios federales del 2018, en buena medida se tenía anticipado el resultado de la elección presidencial.

Prácticamente todas las encuestas serias, unas con más diferencia, otras con menos, daban como triunfador a AMLO.

Desde varios meses atrás ya no había duda de cuál habría de ser el resultado.

En todo caso, la sorpresa fue el gran margen con el que ganó y el hecho de que, a través de una especie de “ingeniería electoral”, Morena consiguió la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y obtuvo también la mayoría absoluta en la Cámara de Senadores.

Por cierto, los resultados estatales fueron menos favorables para Morena que las elecciones federales. Ganó las gubernaturas en la Ciudad de México, Chiapas, Tabasco y Veracruz. En Morelos ganó un aliado suyo, el PES. Pero no logró el triunfo en Jalisco, Guanajuato, Yucatán y Puebla.

Hoy tenemos algunas circunstancias diferentes en el proceso que comenzará mañana.

Por un lado, Morena ha consolidado su posición a escala nacional, y gobierna o está por hacerlo, junto con sus aliados, en 23 estados de la República, lo que favorece su perspectiva para las elecciones federales del próximo año.

Pero, en contraste, no le favorece el hecho de que no tiene un candidato con el arrastre que tenía ya hace seis años Andrés Manuel López Obrador.

En esta ocasión se tendrá una competencia mucho más cerrada, independientemente de quién resulte ganadora o ganador de la encuesta de Morena, de lo que hoy nos enteraremos.

Y, por lo mismo, es probable que aún en los estados que ganó Morena hace seis años, se presenten al menos en algunos, como Veracruz y CDMX, competencias más intensas.

Morena o sus aliados tienen también la mayoría en 23 congresos estatales, por lo que deberán hacer un esfuerzo por retener los que van a estar en juego.

No puede dejar de mencionarse que una singularidad de la competencia electoral que comienza mañana será la propensión del presidente de la República para intervenir en el proceso.

En 2018, el propio AMLO, en calidad de candidato ganador, reconoció que Enrique Peña no intervino en aquellos comicios.

Hoy será diferente, con el agravante de que las autoridades electorales que tenemos, especialmente el INE, no tienen la fuerza con la que contaban en el 2018.

Las etapas del proceso electoral son diversas y complejas. Las precampañas de los partidos o coaliciones formalmente comienzan hasta el mes de noviembre y durarán 60 días.

Luego, en el curso del mes de enero, comenzará el periodo intercampañas, en el que no se puede realizar actividad electoral, y todo indica que el lunes 4 de marzo del próximo año comenzarán formalmente las campañas electorales cuya duración será de 90 días.

Es decir, todavía restan muchos meses y procesos diversos para que llegue el día de la elección.

Sin duda, será un proceso largo y probablemente tormentoso, que va a poner a prueba la madurez de las instituciones y también de la sociedad mexicana.

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