La secretaria de Relaciones Exteriores, Alicia Bárcena, al participar en el Congreso del Consejo Mexicano de Comercio Exterior (COMCE) se preguntó lo siguiente respecto al nearshoring:
“Me pregunto si en México estamos entendiendo esta ventana de oportunidad. A veces siento que no. Y se los digo sinceramente, y lo digo desde donde estoy, que es la Cancillería mexicana. Creo que no estamos entendiendo la posibilidad de lo que implica el nearshoring”.
Más adelante hizo una advertencia:
“Si nosotros no nos ponemos las pilas rápidamente, Vietnam puede convertirse en uno de los países más competitivos, que ofrece incentivos”.
Estoy completamente de acuerdo con lo que dice Bárcena. Lo que no sé es si se lo decía a los empresarios allí presentes o sus dichos eran para que fueran escuchados por algunos funcionarios públicos, como su jefe, el presidente de la República, o los responsables del ámbito de la energía como el secretario del ramo, Miguel Ángel Maciel, o Manuel Barttlet, de la CFE o incluso la secretaria de Educación Pública, Leticia Ramírez, que están perdidos respecto a este proceso.
Si desde el Palacio Nacional se entendiera la relevancia y alcance del nearshoring, el gobierno estaría trabajando intensamente en un plan maestro para obtener el máximo provecho posible de este proceso.
Un documento que habría que heredarle a la próxima administración.
Ya habría un talentoso equipo de especialistas recomendando los cambios que deben producirse en materias como energía, infraestructura o educación, con objeto de “ponernos las pilas” y evitar que Vietnam nos coma el mandado.
No hay nada de eso y el gobierno anda en otra órbita muy diferente a la que refiere la canciller.
Permítame poner un ejemplo muy simple.
A muchos nos encantaría tener en México un sistema ferroviario de pasajeros que permitiera mejorar nuestra movilidad por todo el país.
Pero, tengo serias dudas de si, en el contexto de lo que dijo Alicia Bárcena, los trenes de pasajeros debieran ser prioritarios en este momento.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), el volumen de la carga ferroviaria en México creció en 0.3 por ciento entre 2018 y 2022. Nada.
Si aspiramos a que México atraiga más inversiones y a que aumente fuertemente su comercio, lo que requeriríamos con urgencia es la modernización del transporte ferroviario de carga.
Si hay que presionar a las empresas concesionarias del ferrocarril sería en esa dirección, más que meterlas a una dinámica en la que quizás tengan que desatender la carga.
No digamos ya el caso de la energía, en la que pareciera que mientras se lanzan discursos acerca de los compromisos con la energía renovable, el dinero del gobierno se pone en las energías fósiles.
Es cierto que Vietnam viene empujando, pero aún está lejos.
En el segundo trimestre de este año vendió a Estados Unidos 27 mil 515 millones de dólares, una cifra superior en 12 mil 818 millones respecto al nivel del mismo periodo de 2019.
México vendió en el mismo lapso a Estados Unidos 118 mil 949 millones de dólares, una cifra superior en 27 mil 524 millones superior a la de 2019, más de dos veces superior al incremento de Vietnam.
La principal competencia que tenemos no es con Vietnam, es con la economía de Estados Unidos. Hay empresas que están eligiendo instalarse en la propia Unión Americana, en lugar de venir a México.
Tiene toda la razón la canciller mexicana. Veo también totalmente comprometida en esta dinámica a la secretaria de Economía.
Pero no percibo que desde la Presidencia de la República se tenga esta visión. Desde allí, se percibe que las prioridades son otras.
Y no veo forma alguna de que en lo que resta de la actual administración el gobierno pueda diseñar un plan maestro para aprovechar el nearshoring.
Así que creo que las inversiones que están llegando le están apostando a la próxima administración, de Sheinbaum o Gálvez.
Ojalá no se desencanten.