El presidente López Obrador dio una entrevista a la periodista rusa Inna Afinogenova, de Canal Red. Una señal digital de España dirigida por Pablo Iglesias, fundador del partido político Podemos.
Iglesias ha mostrado la simpatía que le tiene al presidente López Obrador, factor determinante para que se le haya otorgado la entrevista a su canal.
En la transmisión de esta conversación, dada a conocer hace algunos días, hay una expresión del presidente que llama la atención.
Pregunta la periodista: “¿Hay algunos consejos más para los gobiernos progresistas de América Latina?”
AMLO responde: “No hay que zigzaguear. No a las medias tintas. No a la moderación. Nosotros estamos aquí por el pueblo. Nosotros estamos para servirle porque el único que te defiende es el pueblo. Es el único. No te defienden los empresarios. No te defienden los banqueros”.
Aunque presuntamente los destinatarios de sus recomendaciones son gobiernos progresistas de América Latina… ¿No será que le está hablando a la candidata de Morena a la Presidencia?
Y la puede estar metiendo en problemas, ya que en diversas reuniones que ha tenido con empresarios, ella o personas de su equipo con interlocución con ese sector, han tratado de convencer a su audiencia de que los empresarios tendrán un papel fundamental en su estrategia de gobierno y que la inversión privada será crucial.
Al preguntar en diversos foros en los que han existido estas reuniones, los asistentes en general se han quedado con un buen sabor de boca respecto a la disposición a escucharlos y tomarlos en cuenta por parte de Claudia y sus colaboradores.
El problema es que el presidente López Obrador le complica enormemente su tarea cuando le recomienda: “no a la moderación”.
Un empresario me recordaba que hace seis años, Alfonso Romo, quien luego ocupó la jefatura de la Oficina de la Presidencia, también trabajó la interlocución con el sector empresarial y ofreció que los empresarios serían tomados en cuenta. Le organizó un sinnúmero de encuentros, primero al candidato y luego al presidente.
Los problemas con esa interlocución comenzaron antes que el sexenio, cuando, en contra de su oferta, AMLO decidió cancelar el proyecto del nuevo aeropuerto de Texcoco.
Es decir, no hubo zigzagueo ni moderación.
No es que los empresarios representen muchos votos. Lo que representan es mucha inversión.
Antes de que este sexenio comenzara, la inversión privada representaba el 87.3 por ciento de la inversión total. Ahora está en 87.9 por ciento.
Es decir, la economía requiere de la inversión privada aún más que antes, a pesar de las megaobras y de la insistencia en que el Ejército se convierta en el constructor oficial.
AMLO no solamente le pone piedritas en el camino a Claudia con sus recomendaciones para que se radicalice, sino por acciones como algunas de las propuestas de reforma constitucional, así como por un lenguaje que descalifica a una gran parte del mundo empresarial.
Algunos ingenuos piensan que, en algún momento, la candidata debiera desvincularse expresamente de las propuestas de López Obrador.
No lo va a hacer.
Pero, los 15 puntos enunciados durante su registro como candidata son una propuesta que tiene énfasis diferentes.
La omisión en ellos de las reformas política y judicial es un mensaje claro… para quien lo sepa interpretar.
Con todo, Claudia y su equipo tendrán que trabajar el doble para convencer a un sector empresarial, que, con toda la razón, hoy está más escéptico que hace seis años.