Cuando parecía que la cotización del peso frente al dólar había abandonado ya el rango de los 16 pesos y se instalaba claramente por arriba de los 17 pesos, de nueva cuenta presenciamos el regreso a niveles que no se habían visto desde enero.
Esto ha ocurrido pese a que se ha reforzado la idea de que vendrá en este mismo mes de marzo una reducción de la tasa objetivo por parte del Banco de México, mientras que el discurso que ayer pronunció Jerome Powell más bien hace pensar que la Reserva Federal dejará sin cambios las tasas.
Eso implica que se va a cerrar ligeramente el diferencial entre las tasas de los dos países.
La reacción lógica es que, con esa perspectiva, se hubiera debilitado nuestra moneda.
Pero no. El resultado es que logró mantenerse por debajo de los 17 pesos.
Incluso, los resultados de las exportaciones del mes de enero, que conocimos hace pocos días, reportan una clara desaceleración o una caída de los ingresos de divisas.
Pese a ello, el nivel de las reservas internacionales reportado esta semana fue de 213 mil 903 millones de dólares, una cifra 1 mil 141 millones por arriba de la del cierre de 2023 y 13 mil 635 millones de dólares por arriba de lo registrado hace doce meses.
Las apuestas favorables al peso mexicano en los mercados internacionales son tan amplias que los factores mencionados no bastaron para debilitar a nuestra moneda.
La encuesta de Citibanamex, que fue publicada el pasado 5 de marzo, indica un promedio de 18.50 pesos como estimado para el cierre de este año.
La realidad es que no tenemos ni p…, perdón, ni la más remota idea de cómo vaya a terminar este año el tipo de cambio.
Por eso usamos algunos racionales muy básicos, como la desaceleración de las exportaciones que quizás también implique una desaceleración de las remesas, así como una reducción del diferencial de tasas.
Racionalmente, todo eso debiera implicar un tipo de cambio más alto, en los niveles que señalan los pronósticos.
Pero la verdad es que hace tanto tiempo que el tipo de cambio dejó de ser predecible, que sería un absurdo pretender anticipar cómo irán las cotizaciones al final de este año.
Lo único que sí sabemos con certeza es que el mundo está tan incierto y volátil que vamos a tener fluctuaciones.
De hecho, ya las estamos viendo. La última semana fue de apreciación muy importante del peso frente al dólar, al margen de las presiones de mediano plazo.
Pero, algún indicador o una declaración de algún funcionario o banquero podría conducir a que el movimiento fuera en sentido contrario.
Ayer, el testimonio de Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, ante el Congreso de Estados Unidos, generó la idea de una Reserva Federal más conservadora y expectante.
Por cierto, para quienes creen que el tipo de cambio va a estar muy atento respecto a la dinámica del proceso electoral, lamento decirles que a los grandes inversionistas no les importa ese resultado.
Suena feo, pero les da lo mismo que sea Claudia o Xóchitl.
En ningún caso ven amenaza para la estabilidad financiera del país.
Ese es el tono de los inversionistas que manejan cientos de miles de millones de dólares en sus carteras.
Quizás no guste ni a una ni a otra, pero esa es la visión que empieza a ser dominante. Por eso el tipo de cambio está tan ajeno al proceso electoral.
Veremos pronto si tienen razón.