Coordenadas

AMLO y su disyuntiva con el dólar

Si el Presidente saliera a decir que dejará que Claudia Sheinbaum defina los tiempos y las formas de las reformas, la paridad del peso frente al dólar regresaría por lo menos a 17 pesos.

¿Y no va a hacer nada López Obrador para evitar que el tipo de cambio del peso frente al dólar se deprecie más?

Ayer me formulaban esta pregunta sobre la base de que uno de los indicadores que gustaba mostrar AMLO, como expresión del buen desempeño de la economía, era la fortaleza de nuestra moneda.

Era usual la afirmación de que este era el primer sexenio en el que no se devaluaba nuestra moneda frente al dólar. En eso tenía razón y sigue teniendo razón… por lo pronto.

Hay que recordar que cerramos el gobierno de Peña Nieto con una paridad de 20.22 pesos por dólar. Si la cotización termina el sexenio por debajo de ese nivel, seguirá siendo cierto que en este sexenio no hubo devaluación.

Pero ¿es que López Obrador podría hacer algo para evitar que el peso se depreciara más?

Sí. Lo puede hacer, pero dudo que lo haga.

Si en su conferencia mañanera expresara que, habiendo reflexionado bien las cosas, le propuso a la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, que ella definiera los tiempos y las formas de realizar las reformas constitucionales planteadas el 5 de febrero. Y que, dadas las nuevas condiciones políticas del país, también le recomendó realizar discusiones amplias para hacer a las propuestas todos los ajustes necesarios.

Si eso sucediera, no dude usted que la paridad del peso frente al dólar regresaría por lo menos a 17 pesos o incluso más abajo.

Pero, como eso no va a suceder, estaremos sujetos a los vaivenes que se presenten en el ánimo de los grandes inversionistas, sobre la base de señales que se perciban tanto al interior del país, como en los mercados internacionales.

Hay que ponderar dos cosas para poder evaluar el impacto que pueda tener la depreciación de nuestra moneda.

El nivel de 18.80 que tuvimos al cierre de mercados locales el día de ayer es cercano al que se tenía en la primera quincena de febrero de 2023. En la primera parte del sexenio, la cotización fue más elevada.

El tipo de cambio real, es decir, el que ajusta las paridades de poderes adquisitivos entre el peso y el dólar, todavía tiene en este momento una revaluación de 12 por ciento respecto al nivel que tenía en diciembre de 2018, con base en cifras de Banxico, actualizadas con cálculos propios.

Es decir, sería necesario que el peso se depreciara algo así como otro 13 o 14 por ciento más, para equiparse en su paridad real a la que existía a principios del sexenio.

Es decir, tendría que ubicarse en algo así como 21.15 pesos por dólar.

Que el precio del dólar haya subido tras la elección tiene impactos positivos y negativos, como los tenía la apreciación de nuestra moneda.

Los importadores de bienes y servicios verán un incremento en sus costos, o los verán en cuanto liquiden sus adquisiciones con un dólar más caro.

Los exportadores, algunos de los cuales estaban angustiados por la pérdida de competitividad de sus productos o servicios, podrán respirar un poco después de padecer por muchos meses al ‘superpeso’.

Los receptores de remesas incrementarán en algo así como en 10 por ciento la capacidad de compra del dinero que reciben.

Por citar solamente algunos de los impactos más inmediatos.

La mala noticia puede llegar en materia de inflación, pues dados los mayores costos importados, podría haber presiones adicionales en el índice de precios al consumidor.

Este hecho y el anuncio hecho el día de ayer por la Fed, en el sentido de que quizá solo haya un recorte de tasas este año, me parece que van a crear suficiente presión para que en su reunión del próximo 27 de junio, la Junta de Gobierno del Banxico deje su tasa objetivo sin cambio en el nivel de 11 por ciento.

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